domingo, 19 de abril de 2015

NO, NO SOMOS TAN INOCENTES




Pudiera parecer inocente la gente de la clase trabajadora que obligada por las circunstancias dedica los días a sobrevivir y a reclamar mejores condiciones económicas. Seguro que no lo es la clase dirigente que la representa, sindical y políticamente, la que en sus programas "hacia la emancipación” nunca cuestiona el trabajo asalariado como un mal en sí mismo, como algo que en esencia no es otra cosa que dependencia y sumisión de por vida, que anula al individuo y lo convierte en mercancía laboral, en objeto funcional del mercado. Nunca lo cuestionan como algo indeseable y detestable que atenta contra todo entendimiento de la libertad, que es destructivo de la esencia y cualidades humanas. Esa clase dirigente, que ha hecho o aspira a hacer del izquierdismo su oficio, nunca dirá que hay que acabar con el trabajo asalariado, porque en la perpetuación de éste, a cargo de patrón privado o estatal (¿qué más da?), ven la oportunidad de su propia prosperidad. ¿Cómo se puede esperar que algún día pongan en sus programas que la abolición del trabajo asalariado es finalidad ética, primordial e irrenunciable, para todo ser humano?, ¿cómo van a proponer lo contrario de lo que sólo a ellos les conviene?

sábado, 4 de abril de 2015

NUNCA MÁS LLAMAREMOS PUEBLO AL CENSO ELECTORAL


Por el conocimiento de la historia hemos sabido del fracaso de todas las revoluciones anteriores acometidas en nombre del “pueblo” y hemos analizado las causas de los errores que llevaron a la derrota cuando las revoluciones fueron por iniciativa propia.
Valoramos todos los intentos revolucionarios y de ellos y sus errores aprendemos, seguimos  aprendiendo todavía,  en este convulso momento de la historia. La situación de la que hoy somos conscientes es muy distinta a la de otros tiempos, a la de otras revoluciones, por eso que la revolución hoy necesaria tenga que ser también distinta y radicalmente nueva, con la  dimensión global e integral apropiada a la gravedad de la situación actual.

sábado, 28 de marzo de 2015

RECONSTRUIR EL SUJETO, RECUPERAR EL SENTIDO DE LA VIDA



Habrá quien identifique la finalidad de las revoluciones con un cambio de régimen o de gobierno. A estas alturas de la historia, pienso que la revolución necesaria es integral y no política, es inclusiva y no exclusiva, es un proceso y no un suceso; pienso que tiene por finalidad principal la recuperación del sentido trascendente de la vida, que surge de un impulso que es tan natural como humano, tan individual como comunitario, que no es sino un sentido perfectivo de la evolución, que corresponde a un sujeto consciente y emancipado.
Compartimos una idea muy negativa de la situación, llegamos a ella a partir de la reflexión sobre nuestra personal experiencia de la realidad, completada con el conocimiento histórico que nos ayuda a comprender los capítulos de la evolución humana y las claves históricas que explican la negatividad de la época histórica que vivimos. Si no nos dejamos deslumbrar por la espectacularidad tecnológica que cubre superficialmente nuestras vidas, lo que vemos es el paisaje de una devastación de dimensiones inéditas y apocalípticas, un paisaje que ninguna civilización anterior había visto. Vemos en nosotros mismos y en nuestros congéneres contemporáneos un sujeto privado de las mejores cualidades que permitieron la evolución humana, un sujeto carente de voluntad por la excelencia de sí mismo, desinteresado por la conducta virtuosa que otorga sentido a la vida. Y aún así, reconocemos el rastro de ese impulso vital y positivo en individuos excepcionales y en comunidades resistentes, lo reconocemos a pesar de las condiciones de sumisión en que vive la mayoría de la humanidad, a pesar de la mala educación, el amaestramiento recibido en las escuelas, en el trabajo asalariado, en los medios de comunicación y en las múltiples estructuras e instituciones que fueron desplegadas durante los dos últimos siglos y que conforman el orden imperante al que, por reducción, identificamos como estatal-capitalista. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

EL CÍNICO NOMBRE DEL PROGRESO




En todo caso, las consideraciones sobre el progreso están subordinadas a las del orden”(Augusto Comte,1798-1857, de su obra “Orden y Progreso”). 


 
Desde cualquier punto de vista, el adjetivo “cínico” nos refiere hoy a un modo de práctica que no se corresponde con su propia teoría y que, por tanto, se sitúa en la parte más sucedánea y oscura de la ética; en nuestro tiempo, cínico se ha consolidado también como definición de un comportamiento provocativo e irrespetuoso, incluso mordaz y sarcástico, al que no le importan los medios empleados con tal de servir a sus fines. No se corresponde este sentido actual con su original griego, el de los filósofos cuya "filosofía cínica” no tenía nada de teórica sino que, al contrario, consistía en un radical desprecio por las normas morales o sociales convencionales, al tiempo que sublimaban lo ético. Según aquellos cínicos antiguos, nada vale lo que se dice y sólo tiene valor la conducta, lo que se hace. Hicieron bien los historiadores alemanes de la filosofía que nombraran “quínicos” a los primeros cínicos, a aquellos filósofos griegos del siglo IV antes de Cristo, en concordancia con el vocablo griego oríginal y para distinguirlos de los cínicos contemporáneos. 

miércoles, 11 de marzo de 2015

PASAR A MEJOR VIDA




Es lo que se dice del protagonista en los entierros: “pasó a mejor vida”. Si reflexionamos un poco sobre esta frase hecha nos daremos cuenta de, al menos, dos sentencias sobreentendidas. Una es que “existe otra vida”. No siendo creyente y estando acostumbrado a escucharlo, no puedo evitar la misma reflexión cada vez que me sucede: para cuando le llega la muerte, el finado ya no está, sólo su cuerpo sin vida; a él le habrá dolido la enfermedad -si es que la tuvo-, pero nunca la muerte. La muerte sólo nos duele a nosotros, a los vivos, su dolor habita sólo en la memoria de quienes le acompañamos en vida...y nos duele sólo mientras su vida perdura en nuestra memoria. Es dolor de ausencia, para el que la vida nos va preparando, es el que practicamos cuando alguien amado se aleja de nosotros, por distancia o desamor, cuando nos falta su compañía. Por eso que, en todo caso, “la otra vida” no puede ser sino una metáfora referida a la memoria. Esta es toda la trascendencia que podemos esperar, esta es “la otra vida”, la que consiste en la huella que dejan nuestros actos.

miércoles, 4 de marzo de 2015

TERRITORIOS POR HACER

Comarca de las Loras. Amaya, pueblo y peña. Foto Paramio


Hace unos días, después de trabajar un buen rato sobre uno de los mapas geológicos de Las Loras, me llegó por e-correo una entrevista con el antropólogo y sociólogo francés Bruno Latour y me sorprendió leer ésto: “...nuestros predecesores nunca imaginaron que íbamos a tener que tomar al planeta completo, con sus edades geológicas, como parte de nuestra historia”. En su fondo, se trataba de una reflexión acerca de la irracional desconexión de “lo humano” y “lo natural” que, desde mi punto de vista, caracteriza al pensamiento y vivir contemporáneo, postmoderno; se trataba de una reflexión que comparto y que me viene preocupando desde hace tiempo.