Mostrando entradas con la etiqueta VIA COMUNITARIA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta VIA COMUNITARIA. Mostrar todas las entradas

martes, 5 de marzo de 2024

CAPITALISMO Y ESTADO, LOS SAGRADOS LÍMITES DE LA PROPIEDAD Y LA JERARQUÍA

Oh, caballeros, la vida es corta...si vivimos, que sea para marchar sobre la cabeza de los reyes” 

A los bufones: seguid danzando bajo la tormenta” 

 

1

Qué oportunas estas dos citas que le sirven a Raúl Cortés de entradilla en su obra “La ópera de los caricatos”, inspirada en “Los últimos días de la Humanidad” de Karl Kraus. Yo no creo que estemos viviendo esos últimos días, ni de la humanidad ni del neoliberalismo, quien eso piense ignora la inteligencia del Orden dominante,  que le ha servido hasta ahora para lograr su hegemonía mundial sin que haya una alternativa que le haga sombra. Todas las oportunidades de emancipación hasta ahora ensayadas son como llamadas perdidas, básicamente a cargo de las organizaciones "de izquierdas” surgidas al interior de la modernidad burguesa, en directa competencia con “las derechas” conservadoras, liberales y fascistas. He llegado a pensar que la causa última de esa continuada derrota no hay que buscarla en la carencia de poder político, puesto que desde la revolución francesa para acá una gran parte de la humanidad ha sido y todavía sigue gobernada por esas izquierdas, digamos estatales o convencionales.

Más bien, habría que indagar en otras posibles causas, por ejemplo en esa proverbial incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace, que aqueja a la clase política en general, según sentencia sabiamente el refranero popular que refiere al gran trecho que va del dicho al hecho. Es esa culpa de incoherencia que especialmente persigue a las izquierdas cuando gobiernan, cosa que no le sucede a las derechas, que en eso son más consecuentes y que en el gobierno están como "en su sitio" ...bienaventurados los elefantes, se dice, porque se les ve venir. Las izquierdas solo parecen estar “en su sitio” (como las derechas), cuando son totalitarias en regimen de partido único. Las derechas, sin embargo, mientras gobiernan siempre parecen estar “en su sitio”, da igual que sean democráticas o totalitarias, su sitio es el de la Propiedad y el Estado. 

A mi entender, eso es porque hacemos un juicio moral muy básico, pongo por ejemplo: una misma “putada” nos hace más daño si proviene de un amigo que si proviene de un jefe. Por eso que en las modernas democracias burguesas se tiene la sensación de que las derechas en el gobierno están “en su sitio”, de jefes, lo que no sucede cuando el poder del Estado lo ocupan las izquierdas convencionales, que parecen estar ahí de ocupas, con gobiernos precarios y provisionales, siempre como a punto de corromperse y pasarse a las derechas.

El pensamiento de izquierda convencional, básicamente socialista, es potente en su propuesta filosófica, en su teoría e intenciones, pero en su praxis se muestra muy vago, con débiles e imprecisas estrategias, improvisadas y a destiempo, es un pensamiento ciego a lo abstracto e invisible del poder dominante, que no es sino el misterio de la Sumisión Voluntaria propia de las mayorías sociales y del individuo medio que conforma las multitudes, ese individuo “moderno” acostumbrado a ser súbdito, una condición de ciudadanía que le viene de herencia y, sobre todo, por “la tiranía de los modos de vida”, que diría Mark Hunyadi, unos modos que están fuera de nuestro control a pesar de afectar al completo de nuestra existencia. Es una gran paradoja considerarnos libres y demócratas cuando somos prisioneros de modos de vida totalmente determinados que nos vienen impuestos. Esta paradoja “democrática”, como dice Hunyadi, se refuerza mediante otra paradoja ética: “en un momento en el que asistimos a una auténtica inflación ética por la multiplicación de comités, normativas, consejos, reglas, etiquetas éticas de todo tipo, destinadas todas a proteger el cumplimiento de los derechos individuales, los modos de vida, cada vez más exigentes, extienden más que nunca su influencia sobre los individuos. Esto quiere decir que todo este dispositivo ético sirve en realidad para "blanquear el sistema y los modos de vida" que de él se derivan, que pueden así extender su influencia siendo éticamente pasteurizados. Nuestra ética no sirve, pues, para criticar el sistema ni los modos de vida, sino para acompañarlos en su marcha triunfal. Frenar esa marcha es el mayor reto ético y político de nuestro tiempo”.

De no ponerle pronto remedio, mucho me temo que la sumisión voluntaria, a fuerza de costumbre acabe siendo un comportamiento “propiamente humano”, transmitido no solo culturalmente, también genéticamente, completamente normalizado y “natural”, que a eso apunta la inteligencia artificial y la doctrina transhumanista.

Así, pues, hasta ahora viene siendo superior la inteligencia estratégica de las derechas, y hasta pienso que ahí tienen su principal fortaleza, más, incluso, que en su fuerza bruta, que ya es decir. Aplicada en la postmodernidad a darle gusto a la sumisión de los gobernados, hasta ahora esa inteligencia le ha permitido a las clases dominantes, de propietarios y gobernantes, reproducir su exitosa alianza  en todas las latitudes, generación tras generación, con apenas unos breves lapsus “revolucionarios”. Y al igual que se dice “la arruga es bella” (por ser natural), también podría decirse de la desigualdad normalizada: tan “natural” como el instinto territorial de Propiedad que acaba en capitalismo natural, el modo de vida que sigue la ley natural del la selva, la que guía la evolución natural de las especies...todo tan natural como el instinto patriarcal de jerarquía, que acaba constituyendo ejércitos naturales, naturales tiranías y naturales naciones construidas a partir de naturales enlaces matrimoniales y conquistas militares no menos naturales, eso mismo que naturalmente llamamos "Patria" siendo en realidad Estado.

Pues bien, a contracorriente yo sostengo que el ideal de emancipación humana tiene un difícil porvenir, por ser antinatural, porque va a la contra de lo natural, del instinto estatal y capitalista de jerarquía y propiedad, en contra de la selección natural y de la ley natural de la selva. Por tanto, además de otros principios, el ideal de emancipación si quiere tener una mínima oportunidad precisa de otra inteligencia, de principios y estrategias nítidamente contrarias a la Ley Natural de la Selva.

Lo vengo diciendo, hasta ahora con escasa audiencia, con base en una poderosa intuición que intento completar y argumentar científicamente en lo que puedo: al ideal de emancipación ya no le sirven las izquierdas convencionales, las que agotaron sus oportunidades con el llamado Estado de Bienestar. Ya no sirven, porque el mundo que hoy tenemos es otro bien distinto al medieval y moderno mundo en el que viven anacrónicas, esas izquierdas  alternativas, atascadas en un bucle de imaginarias revoluciones, imposibles si parten de los mismos supuestos, principios y estrategias, de mundos y revoluciones ya pasadas y agotadas. Lo explicaré, ahora resumidamente, porque de ello seguiremos hablando durante los próximos cien años: es Muy anacrónico el pensamiento moderno, de clase, propio de izquierdas y derechas, lo es porque en la encrucijada existencial en que estamos, cuando el culo ya nos huele a chamusquina, solo cabe un pensamiento ecopolítico y comunal,  de especie, ya, con extrema urgencia.

Ese necesario pensamiento comunal y de especie, no lo concibo si no es actualizado a escala global  y a las circunstancias concretas del peligroso tiempo en que vivimos, con la misma dimensión global de la amenaza existencial que concierne a toda nuestra especie. No lo concibo si además no se acompaña de una declaración unilateral de Desarme. Me refiero a un pensamiento con principios y estrategias pactadas, un pacto necesariamente anónimo y glocal (global y local al tiempo), para un compromiso y una política de especie a desplegar localmente, un pacto del Común y lo Común con un programa/compromiso pactado, que nos sirva para cuidar y compartir el mundo/ecosistema Tierra, mientras éste nos dure. Tiene que servir para seguir reproduciéndonos, al menos hasta un poco antes de que el Cosmos se deshaga del todo, disuelto como un azucarillo en agua, que eso sí que es lo natural-inevitable, lo que no hay especie ni Dios que lo pueda frenar. 

Para ese Pacto comunal no hace falta esperar a nadie, lo pueden acordar ya tres personas cualquiera de una misma población que sean mayores de 14 años, en cualquier rincón del mundo, contra el regimen totalitario-global  de la Propiedad y del Estado.

  2

Es ilusoria esa versión regresista de la Historia que fija el viaje al futuro de nuestra especie como un eterno retorno a una edad idílica, la de una antígua y medieval república igualitaria y comunal, que si alguna vez existió algo parecido, fue muy limitada y fugazmente,  en breves lapsus de máxima debilidad, incluso de ausencia, del aparato estatal...y esa autonomía popular sabemos que solo llegó a darse mientras el aparato militar se recomponía y solo con un comunal limitado y condicionado a la propiedad privada y estatal (mal llamada pública).

Otras veces ya he manifestado que estoy muy de acuerdo con la tesis del antropólogo David Graeber, ya fallecido, y del arqueólogo David Wengrow en su obra conjunta “El amanecer de Todo”. De acuerdo en que la civilización no es ese cuento del Progreso lineal que va de un mínimo grupo de salvajes cazadores-recolectores a una inmensa Smart City gobernada por el Algoritmo. Estoy de acuerdo con ellos porque así lo ha evidenciado la investigación científica más reciente: que la igualdad no es un invento medieval de las pequeñas comunidades rurales, porque hoy sabemos que existieron grandes ciudades igualitarias en la edad neolítica, al igual que existieron poblaciones sometidas a grandes desigualdades, tanto en pequeñas aldeas como en grandes aglomeraciones urbanas; incluso sabemos que hubo comunidades que cambiaban de regimen en el cambio de estaciones, del verano al invierno; de acuerdo en que la agricultura no tiene la culpa de la ideología e institución de la Propiedad (como apropiación o robo de lo común), de acuerdo en que es en esta religiosa y “natural” ley de la Propiedad, y no en la agricultura, donde hay que buscar el origen conjunto del Patriarcado y del Estado.

De ahí que piense en la apremiante necesidad de un renovado paradigma revolucionario, a sabiendas de que si llegara a producirse esa revolución necesaria, de signo emancipador, integral y global, será por vez primera. Porque nunca antes, en ningún lugar de la Tierra, hubo una revolución social que podamos señalar como integral y global, nunca a escala de especie, nunca para acabar con la Propiedad y el Estado, sencillamente porque no podía ser, porque nunca antes pudimos tener el conocimiento que hoy tenemos, ni conciencia de especie por tanto. Solo sabemos de intentos limitados, más o menos bien intencionados. Lo que sí sabemos es que todos acabaron siendo derrotados. 

Así, pues, a quienes piensan que hemos llegado al término de la historia humana y que ya no son posibles otros modos de vida que los sometidos a la Propiedad y al Estado, les digo que todo está por hacer y que, ahora sí, estamos en el preámbulo de un tiempo Necesariamente nuevo. Que ahora sí es posible una revolución integral y global, porque nunca como ahora pudimos tener la conciencia de especie que ahora empezamos a tener, aunque haya tenido que ser por efecto del Desastre al que asistimos inermes y asombrados. Solo es posible ahora que, por primera vez, sentimos cómo el mundo se nos ha quedado pequeño y que juntos, a escala de especie, corremos un mismo peligro de extinción.

3

Durante estas últimas décadas cobraron impulso nuevas corrientes de pensamiento y nuevos movimientos sociales más o menos críticos, surgidos como disidencias o bien al margen de las convencionales izquierdas del Sistema. Todas apuntan la necesidad de actualizar el paradigma de la revolución social. Buena parte tienen un actuar meramente teórico y reaccionario en el sentido de que se limitan a contestar a los excesos y agresiones del Sistema, yendo a remolque de su agenda. Y eso, que está muy bien, es muy poco porque no cuestiona su existencia, no al menos al completo. La mayoría de alternativas dicen ser anticapitalistas, pero desean un Estado ilusorio y oximorón, uno que sea “ecologista y a la vez justiciero”. La mayor parte de estas corrientes y movimientos son residuales, provienen de los restos ideológicos sobrevivientes a la descomposición de las modernas revoluciones proletarias, todas estatales, entiéndase la URSS y la China Popular principalmente. Profesan un imposible anticapitalismo que no puede pasar de teórico, como su puesta en práctica ha demostrado con creces.

Las izquierdas presuntamente alternativas consiguen algo de adhesión en las redes sociales, de vez en cuando convocan manifestaciones con grandes pancartas,  siempre como reacción instintiva, a remolque siempre de la agenda estatal y de su “opinión pública”. Me refiero a corrientes y movimientos como los del Decrecimiento, Ecosocialismo, Ecofeminismo, Renta Básica, Permacultura, Simplicidad Voluntaria, Bancos de Tiempo, Movimiento slow, Ecoaldeas, Municipalismo, Ciudades en Transición o el recién desaparecido movimiento de la Cooperativa Integral Catalana...etc, etc.

A estas corrientes y movimientos de carácter general, habría que añadir otros más identitarios, al modo nacionalista de "naciones sin estado", como el Confederalismo Democrático del Partido de los Trabajadores (PKK) del Kurdistán (territorio repartido entre Turquía, Irak, Siria e Irán), o el Movimiento Zapatista, reclamante de un estado indigenista propio en Chiapas, territorio perteneciente al actual estado mejicano.  

Entiendo que los dotados con mejor armazón teórico frente al sistema dominante son actualmente el movimiento Ecosocialista (con origen en el pensamiento ecoanarquista, comunalista según su primer mentor, el norteamericano Murray Boochin)  y también el conglomerado de movimientos afínes, como el de la Vía de la Simplicidad (con origen en el pensamiento ecológico del australiano Ted Trainer), el movimiento por el Decrecimiento, el Ecofeminismo, así como la mayor parte del espectro ideológico del Ecologismo.

Recientemente, me ha sorprendido que Ted Trainer haya dirigido su crítica al movimiento por el Decrecimiento a la vez que al Ecosocialismo. Me refiero  a dos escritos publicados en su web, respectivamente titulados La respuesta es el ecoanarquismo, no el ecosocialismo” y Una crítica (amistosa) al movimiento por el Decrecimiento”. A mi entender esta crítica de Ted Trainer tiene escaso fundamento, ya que su propuesta de Simplicidad no aporta nada realmente nuevo y cae en la misma indigencia estratégica de los movimientos a los que critica. Ted Trainer y su movimiento de la Simplicidad tampoco saben QUÉ HACER, NI CÓMO, para que el Sistema no se los coma, integrándolos sin problema, incluso poniéndolos de moda como atractivos "estilos de vida".

Todos esos movimientos “alternativos” de izquierdas tienen en común una misma matriz “moderna” aunque se digan “neos”, neomarxistas o neoanarquistas. Si me hago eco de la crítica de Ted Trainer es porque apunta a lo que quiero aquí exponer como epílogo de este escrito; me refiero a lo que considero es el error básico que lastra a los movimientos sociales que, como el Ecosocialismo o el Ecofeminismo, como el Decrecimiento o la Vía de la Simplicidad, tienen la pretensión de constituirse en “alternativas” frente al sistema dominante. Todos estos movimientos han producido teorías y experiencias muy valiosas, pero incompletas y fallidas a la vista de los resultados.Mi modesta aportación crítica, siendo modesta es radicalmente incompatible con el programa de todos esos movimientos. Primero, tiene que ver con un aspecto teórico acerca de la Propiedad: ya no se puede entender la ecología sin una previa concepción de lo que es la Propiedad, y de la Naturaleza junto al Conocimiento como bienes comunales universales. Hay que superar, por anacrónico, el viejo paradigma campesino-medieval de los bienes comunales. No es posible sobrevivir a los desastres del cambio climático, de la devastación de la biodiversidad, del agotamiento de las fuentes energéticas, de la banalización de la vida...manteniendo ese anacrónico paradigma que no reconoce a los comunales universales de la Naturaleza y del Conocimiento. No mientras se defiendan a la chita callando las mismas ideologías, de la Propiedad y del Estado, que provocaron y siguen provocando todas las guerras y todos los desastres encadenados que ahora afloran como su consecuencia.

La propuesta que vengo proponiendo pivota sobre dos aspectos fundamentales, uno teórico, en torno a un nuevo paradigma de la Propiedad Comunal Universal (comunales de la Naturaleza y del Conocimiento) y otro paradigma estratégico en torno al modo de organización comunal, a prefigurar en la Transición revolucionaria, que sirva para instituir  un contrapoder popular, en modo de ayuntamientos comunales, vecinales/urbanos y paisanos/bioterritoriales, que acaben por disipar las estructuras sistémicas del Orden estatalcapitalista.  Se concreta  esta propuesta en un libre Pacto del Común, global y local, que también podríamos decir "de especie"

Porque, siendo la naturaleza y el conocimiento nuestros comunales universales, ya solo eso, por sí es una letal carga de profundidad dirigida contra  la reproducción del Patriarcado y del aparato de dominación Estado/Mercado. Que muerto el perro se acabó la rabia.


PD: Se me olvidaba incluir en la lista de “alternativas" izquierdistas-fallidas al movimiento de la Revolución Integral liderado por Félix Rodrigo Mora, en el que me he sentido partícipe durante los últimos años, hasta la reciente aprobación "pseudoasamblearia" de sus Bases, que acaban con mi adhesión a esa corriente de pensamiento. Básicamente, porque en esas Bases se acuerda persistir en los mismos graves errores que el resto de "alternativas" izquierdoides: mantienen la anacrónica creencia anarquista en que la propiedad de la tierra deja de ser capitalista si es propiedad pequeña y campesina...y ni hablar del comunal universal-inmaterial del “Conocimiento” (sin el que es inimaginable la emancipación real de cualquier sociedad futura). Y en paralelo, esas Bases dejan en suspenso la duda de si pudiera ser mejor la vida, o al menos más soportable, en  pequeños estados como los del medievo ibérico. Imposible ir por ahí a ningún sitio que merezca la pena. Y mira que lo siento.





 

G
M
T
Y
La función de sonido está limitada a 200 caracteres

martes, 14 de marzo de 2023

CÓMO CAMBIAR EL CURSO DE LA HISTORIA HUMANA, de Graeber y Wengrow


La historia que nos hemos estado contando sobre nuestros orígenes es incorrecta y perpetúa la idea de la inevitable desigualdad social. David Graeber y David Wengrow preguntan por qué el mito de la “revolución agrícola” sigue siendo tan persistente y argumentan que hay mucho más que podemos aprender de nuestros antepasados.

Acabo de revisar y editar una traducción automática al castellano de un artículo de David Graeber y David Wengrow. Seguiré con otros artículos todavía no traducidos ni publicados en castellano.  

El enlace para su lectura en pdf es éste: 

https://es.scribd.com/document/631332892/Como-Cambiar-El-Curso-de-La-Historia-Humana

martes, 28 de febrero de 2023

REPENSAR EL FETICHE MODERNO DE "NACIÓN"


Gracias a mi relación personal con la gente de Abya Yala, me llega una videoconferencia de Rafael Bautista Segales  titulada “Pensamiento político y descolonización”, que enseguida suscitó mi interés y que recomiendo ver y escuchar atentamente, mediante este enlace: 

Conferencia de Rafael Bautista Segales

En marzo de 2022 dimitió de su cargo en el gobierno boliviano el escritor, pensador y filósofo boliviano Rafael Bautista Segales, considerado el hombre de confianza de David Choquehuanca (*). Ocupaba el cargo de director general de “Geopolítica del Vivir Bien y Política Exterior” de la Vicepresidencia y renunció, "desgastado", según sus propias palabras, por la “dictadura técnico-administrativa que no le ha permitido continuar la ejecución de proyectos de soberanía hídrica, alimentaria, medicinal y energética".

En su carta de renuncia venía a reconocer que "el laberinto burocrático que creíamos inicial, pero que ha resultado infinito", ha recortado su novedosa experiencia a nivel de la Vicepresidencia. Afirma que nada de ese trabajo fue valorado por “la mezquina y torva mirada de la burocracia convertida en poder desnudo e instrumento de dominación y represión continua”. (Fuente: periódico digital “El insurgente”, Bolivia, 2022).

En su conferencia, Rafael Bautista Segales hace un buen diagnóstico de la situación y lo explica muy bien, lástima que cuando entra a esbozar su propuesta estratégica no pueda evitar incurrir en grave contradicción con su previo y propio diagnóstico. Su propuesta estratégica es perfectamente contradictoria cuando apuesta por un “nuevo” Estado-Nación indígena, manteniendo el mismo fetiche -el de “nación”- inventado por los modernos Estados precisamente para destruir las comunidades convivenciales, incluidas las indígenas. Aún gobernado por una mayoría, fuera indígena o feminista, cualquier Nación-Estado no podría dejar de ser lo que siempre ha sido y es: el fetiche instrumental inventado por el Estado burgués-moderno para la dominación. 

Confiar en ese milagro es tan ilusorio como esperar que el patriarcado desaparezca mediante un parlamento nacional-estatal con mayoría de mujeres. El Estado no puede ser otra cosa que instrumento de dominación y la “Nación” es su fetiche por excelencia. Su disipación es condición necesaria para la superación del paradigma burgués de la Modernidad que propone Rafael Bautista Segales. Es condición  necesaria para todo proyecto revolucionario orientado hacia la descolonización-emancipación de la existencia humana, en todas las latitudes de la Tierra común; lo que es perfectamente compatible con la natural diversidad de culturas y formas de organizar la propia vida y soberanía de las comunidades humanas. 

Superar el fetiche de la “Nación”, propio del sistema estatal-mercantil de dominación, creado por el pensamiento “moderno”, es la última frontera a derribar en el camino hacia la construcción del nuevo paradigma integral de la emancipación humana, necesariamente ético, ecológico y comunitario a escala glocal... ¿pero tánto cuesta imaginar la democracia en su genuina forma comunitaria-directa-convivencial? , ¿la ayuda mutua y la solidaridad entre las comunidades humanas en modo de libre asociación, mancomunada y/o confederada, conservando la plena autonomía de personas y comunidades sin necesidad de sometimiento a ningún aparato estatal?, ¿por qué habría de ser imposible un pacto glocal, entre personas y comunidades, para declarar a la Tierra y al Conocimiento humano como Procomún de uso universal, por la vida en general y por la especie humana en particular?...¿y a qué viene seguir promoviendo esa idea  moderna de una "comunidad nacional", tan extraña a los pueblos y tan propiamente burguesa?

Con todo mi afecto, le digo a Rafael BS que  la revolución comunitaria, integral y glocal, necesaria para superar la distopía patológica en la que estamos atrapados, precisamente consiste  en impedir la destrucción de las comunidades a cargo de ficticias "comunidades nacionales" de creación estatal, para poder llegar así a glocalizar nuestra relación simbiótica con la Tierra común,  a la vez que la empatía entre humanos. Este es el nuevo paradigma que me atrevo a resumir como proyecto de un mundo procomún de la vida...en el que yo soy si Tú eres.

Nota:

(*)David Choquehuanca Céspedes es dirigente sindical y político boliviano de origen aimara. Es el vicepresidente de Bolivia desde el 8 de noviembre de 2020, tras vencer en las elecciones presidenciales con el 55 % de votos en tándem con Luis Arce como presidente, abanderado por el MAS-IPSP. Anteriormente, fue ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia entre enero de 2006 y enero de 2017, durante el primer, segundo y tercer gobierno de Evo Morales. Entre 2017 y 2019 también ejerció como secretario general de la alianza ALBA (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América es una organización internacional de ámbito regional, fundada en 2004 por países de América Latina y el Caribe, con énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social con base en ideologías de izquierda).



 

lunes, 20 de febrero de 2023

Sí, TODO POR HACER

 

Lo hecho ya pasó y no tiene arreglo, como no sea a presente y a futuro. Es en el Por Hacer donde podemos aplicar las enseñanzas del pasado, es ahí donde, como dice Karlos Luckas, “nos encontramos en una especie de torbellino que no termina de cuajar en una senda común de acumulación de fuerzas revolucionarias”, aunque yo precisaría: "capaces de cambiar el rumbo de los acontecimientos".

Y en esa inercia del torbellino estamos atrapados, añado yo, en modo que resulta fácil precipitarse y meter la pata "revolucionaria". Respecto a la necesidad de una nueva teoría de la revolución, añado la de incorporar a ésta una permanente sospecha escéptica, acerca de su factibilidad. La experiencia histórica así lo demuestra y demanda. De tener una idea del mundo que queremos, ésto ya implicaría un juicio del mundo que no queremos. Supongamos que fuera el de la decadente época en que vivimos, esta modernidad tardía que nos aboca a un futuro que presentimos más que peligroso, como un perverso proceso hacia la artificialización de la existencia humana.

Necesitaríamos, pues, saber cómo abortar este proceso, cómo empezar a construir la  nueva época de ese otro mundo mejor, una teoría y una estrategia, un proyecto factible, que tuviera efecto demostrativo que lo hiciera creíble. Por eso que la mejor estrategia será aquella que, en congruencia con el deseo (la teoría), se proponga a sí misma como anticipación terapéutica, reparadora y demostrativa, efectiva para la sanación  del viejo y patológico mundo moderno. Si se piensa, como a mi me sucede, en los males del mundo moderno-contemporáneo como grave patología de la Modernidad, la entendamos como burguesa o proletaria, a continuación estamos obligados a explicar en qué consiste esa  patología, antes de atrevernos a proponer una revolución integral como terapia alternativa y realmente curativa. Ni conspiracionismos ni curanderismos. Para mí esa patología es, en resumida esencia,  consecuencia de disociar la ética de la ecología y la política...pero ¿cuándo sucedió ésto y por qué?, y ¿por qué este divorcio es tan enfermizo, tan crónico y terminal en definitiva?

Solo ahora empezamos a tener consciencia de las consecuencias que acarrea ser la especie propietaria de la Tierra. Ahora que somos más de ocho mil millones de individuos y la mayor parte vive hacinada en colosales aglomeraciones urbanas, cuando asistimos a la reducción masiva de la biodiversidad y vemos agotarse las fuentes de energía que sirvieron al espectacular progreso atribuido a la Modernidad capitalista, y apenas empezamos a atisbar su lado oscuro, junto a los enormes peligros que amenazan el futuro de nuestra especie, precisamente como consecuencia,  insisto, de nuestro "éxito evolutivo". Por eso que ha llegado el momento de cuestionar este éxito en profundidad y a escala entropológica-global o de especie,  más allá de  identidades particulares, de razas y clases sociales, de pueblos, culturas o naciones-estado; porque siendo global el Problema, teniendo como causa última  un concepto global de la evolución humana, como Progreso en modo de crecimiento y consumo  sin límites de la naturalezaparece obvio que  de ser posible una solución ésta no podrá ser parcial ni superficial, sino integral y global, es decir, a escala de especie.

Acostumbramos a situar el lugar alcanzado por la evolución humana a gran distancia, en un nivel superior y diferente al del resto de  animales, pero ésto es muy cuestionable en cuanto observemos que instintos tan primarios y comunes a todos los animales, como los de territorialidad y jerarquía, siguen determinando la conducta y  organización social de nuestra especie como  las de otros  animales. Y que su diferencia solo es aparente tras su sofisticación. Sin embargo, acostumbramos a poner por delante nuestro más especial instinto -ético, decimos- que supuestamente nos distingue como especie singular. Supuestamente quiere decir teóricamente, porque en la práctica, el balance de nuestra evolución histórica deja mucho que desear, porque sigue mostrando la prevalencia de nuestros instintos animales más primarios, de territorialidad y jerarquía. Lo que no cambia porque nos refiramos a ellos metafóricamente como "derechos", que de hecho sirven a perpetuar los instintos animales de territorialidad y jerarquía. Incluso hemos llegado a consagrarlos en el frontispicio universal con el título de  Derechos Humanos, tal es la inversión conceptual  que, por inercia y costumbre, el  significante sucedáneo  acaba por hacerse familiar entre nosotros, e incluso a determinar lo que es "la  realidad".

A base de repetir mil veces la palabra ética no se consigue que el comportamiento acabe siendo ético. Solo es cierto para una ínfima parte de la especie. Solo vagamente, nos referimos a ese  instinto ético por el que tenemos conocimiento y conciencia  del mundo y de nosotros mismos, por el que deberíamos  sentir la carga de responsabilidad derivada de nuestro personal comportamiento en sociedad y naturaleza. Ningun otro  animal ha llegado a desarrollar ese instinto, nos consta que en el planeta que habitamos  no hay nadie que posea tal conocimiento de sí y del mundo, del que pudiera emanar ese instinto ético, nadie a quien pudiera pesarle la carga de responsabilidad  que conlleva tal instinto.

Pues bien, viendo a donde hemos llegado, es evidente lo débil que todavía es, de hecho, nuestro instinto ético, tanto como para permitir una evolución humana tan irresponsable y tan abandonada al dominio de nuestros primarios instintos animales de territorialidad (propiedad) y jerarquía (gobierno). Eso ha beneficiado solo a aquellos individuos con el poder de  imponerlos como "natural" norma y costumbre. Son los que pudieron hacerse con la propiedad de la Tierra y el Conocimiento a la par que con el dominio sobre las condiciones de existencia de individuos y comunidades. Son los protagonistas de una Historia por ellos escrita. Su derecho de propiedad y gobierno siempre lo creyeron  “natural”, y hasta "sagrado", por analogía con la ley natural que veían gobernar la  Naturaleza, donde sobrevive mejor el individuo mejor adaptado a esa ley de la competencia, o de  la selección natural, que Charles Darwin elevara a categoría científica al meter a nuestra especie en el mismo saco de la evolución general de las especies. Pero,  ¿no es la ley de la propiedad y del mercado capitalista la mejor expresión de esa ley natural?, y ¿no es la organización estatal de las comunidades humanas la más clara expresión del orden jerárquico que sigue imperando al interior de nuestra especie?, es que ¿no es cierto que aquel individuo que no se acomode a esta Ley será marginado, cuando no perseguido o anulado en alguna forma?

Así, desde fechas que no podemos fijar en el calendario de la historia humana, en las que alguien dijera “esta tierra es solo mía y de mi descendencia”, “yo soy el que más sabe y el que más puede" y, por tanto, "yo soy el que manda”... siempre se dio un pulso desigual al interior de las comunidades, entre  primarios instintos  y el singular instinto ético, exclusivo del animal humano. Si repasamos la parte última de la Historia, veremos que durante milenios fueron una mínima excepción aquellos momentos  de los que podamos decir que primara el instinto ético sobre los   de territorialidad y jerarquía. Hasta ahora, nadie podrá negar que la historia humana  ha sido una sucesión de gobiernos propietarios y jerárquicos, sustentados en última instancia por su fuerza bruta, siempre sin más pausa que aquellos momentos de recambio, de un Soberano por otro, fuera monarquía o república,  estado o  imperio; o bien por  paréntesis derivados de su propia decadencia y corrupción interna. Y cuando ésto sucedió, como ocurriera tras la descomposición del imperio romano, la autonomía de las comunidades campesinas y sus prácticas comunales y democráticas, durante el medievo feudal, siempre fueron incompletas, limitadas autonomías, siempre tuteladas por los  poderes nobiliarios y eclesiásticos, propietarios de la tierra y del conocimiento, como del gobierno y destino de las gentes. Siempre, al igual que ahora, el instinto ético acabó siendo domesticado,  siempre subordinado a los de propiedad y jerarquía, siempre a expensas de la voluntad de un Soberano, expropiado, como  los comunales y las democracias de los medievales concejos campesinos, siempre usados por el Soberano como graciosas concesiones, o fueros...y eso en el mejor de los casos.Y todo a cambio de un supuesto pacto con el Soberano: de sumisión, a cambio de su promesa de seguridad y orden. 

Alrededor del siglo XV se inició un cambio que  determinaría el futuro "moderno" de nuestra especie, al menos hasta el presente. El punto de inflexión fue sin duda la conquista europea de nuevos territorios en desconocidos continentes, gracias a los avances tecnológicos de la navegación y la milicia. La colonización-expropiación   de nuevos territorios generó un mundo nuevo, con nuevas y modernas clases sociales, según la nueva división de la propiedad y del trabajo, clases y subclases, de siervos, esclavos, terratenientes, comerciantes, artesanos, artistas, literatos, filósofos, banqueros, científicos...un comercio global de mercancías y el auge de una población burguesa que entraba en competencia  con la vieja clase “noble y eclesiática” dominante hasta entonces; y poco después, entrara en competencia interna  con la clase campesina recién devenida en proletaria,  obligada a vivir de la venta de su trabajo a poco de ser desposeída de sus propias tierras y ver cercadas las comunales, recién iniciada la revolución industrial  en la Europa del siglo XVIII.

La rebelión de esta nueva y gran clase burguesa, concentrada en las nuevas ciudades industriales, no tardó en producirse como sucesión de revoluciones liberales, sea en modo cultural, político o industrial, caso de la Ilustración, la revolución Francesa o la industrial  iniciada en Inglaterra, entrando en directa competencia con nobles y eclesiáticos, en nombre de la libertad y contra el Antiguo Régimen feudal de los gobiernos absolutistas. Se inauguraba así la época Moderna, en cuya fase tardía estamos, todavía. No se entenderá el éxito de aquella rebelión burguesa y su duración de más de tres siglos, sin comprender cual fue el mecanismo conceptual empleado, al que llamaron “el imperio de la razón” y que, básicamente, consistía en una ingeniosa inversión conceptual de significantes, como los de libertad, progreso y democracia. Véase, si no,  cómo en la misma Francia revolucionaria, el levantamiento contra el regimen absolutista devino al poco en un regimen republicano no menos totalitario, simulado tras un velo parlamentario de apariencia asamblearia o democrática. Y véase cómo fue fijado el moderno concepto de “progreso” como nueva religión cívica, que en teoría abría las puertas de la Historia a la igualdad de las clases sociales, mediante un presunto derecho de acceso universal a la propiedad y al consumo; a la libertad económica como derecho ejercido en un  mercado supuestamente “libre”; a la democracia como asamblea política de ciudadanos presuntamente iguales...o sea: todo un artificio conceptual basado en la presunción de unos derechos humanos universales, que fueron y siguen siendo el armazón del imaginario liberal-burgués de la Modernidad. 

La investigación del historiador y filósofo alemán Reinhart Koselleck (1923-2006), en torno a la historia de los conceptos, aclara muy bien cómo muchos conceptos que hoy nos parecen fijos, en realidad cambiaron de significado a lo largo de la historia, a la medida del interés y deseo de las élites dominantes en cada momento, que acabaron imponiéndolos por fuerza,  de ley o  de costumbre.

La revolución burguesa creó las condiciones para la “modernización” del antíguo sistema de dominio feudal, lo actualizó, creando una versión ilustrada o moderna de sí misma: el moderno Estado-Nación, conforme a los instintos de propiedad territorial y gobierno jerárquico,  perfectamente acorde a su mercantil y competitiva visión del mundo, llevada a la práctica como economía  (capitalismo) propia de las sociedades modernas. La burguesía  atinó a modernizar  el viejo concepto romano de República   adaptado a su modo “liberal-burgués”, es decir, perfectamente compatible con la apropiación y explotación, industrial y comercial, de la naturaleza y del trabajo humano, sin límites. Fue sin duda una revolucionaria recreación histórica que triunfó y sigue haciéndolo hoy en  día, sin que encontremos mejor explicación para ello que la sumisión voluntaria de la mayoría social. Su justificación teórica está contenida en “El contrato social”, el libro que escribiera Jean Jacques Rousseau a mediados del siglo XVIII, donde el autor teorizaba sobre filosofía política, estableciendo la necesidad de un supuesto “contrato social”, entre dos entes tan abstractos como la Sociedad y el Estado, un contrato imaginario como garante de la libertad e igualdad de los súbditos-ciudadanos bajo la protección y el poder del "nuevo" Estado-Nación. Acababa de ser inventado un nuevo concepto, el de "Nación" equivalente a Pueblo. Si al Viejo Regimen feudal le bastaba la propiedad del territorio,  el Estado moderno quería, además, un Pueblo-Nación unido en la sumisión al Estado.  

El pensamiento ilustrado hizo una exitosa pirueta conceptual, para, en nombre de los Derechos Humanos  fundar un "orden teóricamente nuevo” cuyas instituciones estaban pensadas, precisamente, para impedir esos derechos y perpetuar la servidumbre y desigualdad, así como para disolver toda forma de comunidad que no fuera la artificial “comunidad nacional” de factura estatal. Es la misma pirueta que hace todo Estado cada día,  en nombre de la libertad, para adoctrinar a niños y jóvenes en escuelas y universidades estatales, públicas y privadas; y a la población general a través de los aparatos culturales y mediáticos con los que cuenta todo Estado moderno; o cuando en nombre de la paz, se financia "públicamente" la fabricación y comercio de armas de guerra, se equipan y entrenan ejércitos  "nacionales" para guerras estatales, siempre territoriales y comerciales.

Solo ahora, cuando empezamos a ser conscientes de lo pequeño que se nos ha quedado el planeta para la enorme masa de humanos que lo habitamos, ahora que vemos agotarse las fuentes de energía que han permitido el espectacular crecimiento de nuestra especie y que experimentamos directamente los devastadores efectos de un modelo de progreso basado en la depredación sistemática de la biodiversidad y de las fuentes de energía, sólo ahora llegamos a percibir las consecuencias del mal uso de la Tierra y del Conocimiento humano, que ponen al descubierto sus verdaderas causas, como a sus responsables.

Se podrá especular y polemizar cuanto se quiera, con todo tipo de argumentaciones históricas, filosóficas, científicas y políticas, pero será imposible convencerme de que podremos salir del "torbellino" en el que estamos atrapados, sin empleo a fondo de nuestro instinto ético, y sin una nueva teoría-concepto de la propiedad y del gobierno, que sea radicalmente contraria a la teoría burguesa hoy dominante. Es absurdo pensar en soluciones mágicas a la crisis global,  pensar que se puede acabar con la desigualdad sistémica, regenerar la biodiversidad o revertir el cambio climático, manteniendo el derecho de apropiación -privada o colectiva – sobre la Naturaleza y sobre el Conocimiento, tan  imposible como absurdo mientras perdure el orden jerárquico-estatal que rige sobre las sociedades humanas, haciendo irresponsables y asociales a los individuos sometidos.

Por eso que hierran quienes crean que hemos llegado al fin de la Historia, tanto quienes sueñan la utopía tecnológica-transhumana, como los agoreros que auguran la inevitabilidad del próximo colapso y la extinción de nuestra especie. Hierran porque ningún futuro está determinado, cuando ni siquiera alcanzamos a imaginar ese “otro mundo mejor” que queremos, cuando no tenemos elaborada una básica teoría integral de ese nuevo mundo, cuando todavía no alcanzamos a concebir nuestras vidas como autónomas, cuando carecemos de una mínima experiencia de autogobierno en auténticas democracias, si todavía no nos cabe en la cabeza que podemos vivir mejor con menos cachibaches superfluos y liberados de artificiales necesidades, si todavía no sabemos cómo autoorganizarnos para la convivencia, ni cómo revertir la tecnología para que juegue a favor de la vida y no en contra, si seguimos ignorando quién es el verdadero Soberano, cuando no haciendo la vista gorda ante  quién o qué gobierna nuestras vidas; si ni siquiera llegamos a imaginar cómo compartir nuestros bienes comunes, de la Tierra y del Conocimiento, si todavía estamos lejos de querer asumir la responsabilidad que tenemos en el equilibrio ecológico y en el cuidado de la vida toda, y en especial de la humana vida ...entonces, ¿a qué viene eso de que estamos llegando al fin de la Historia?, ¿qué sentido tiene esta tristeza nihilista que campa a sus anchas por el mundo, la desidia y el pesimismo, cuando sabemos que todo  comienza y cambia cada nuevo día, qué sentido tiene tergiversar el concepto de sumisión atribuyéndole el significado de "civilización", qué sentido cuando queda tanto  Por Hacer?