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lunes, 11 de marzo de 2024

LA GRAMÁTICA PARDA

 

 
 El libro de Benjamín Noys (1) titulado “Velocidades Malignas, Aceleracionismo y Capitalismo”, tal como dice su editora (Materia Oscura), es un modelo de crítica dialéctica y un sofisticado relato sobre las posibilidades históricas del aceleracionismo. Esta obra consigue ser fiel al mandato materialista de no engañarse a uno mismo y teje un relato apasionante sobre el forcejeo del pensamiento teórico con los límites y las compulsiones del capitalismo. 
 Y en un escrito de este mismo autor, titulado “Gramática del neoliberalismo” (2) leo al comienzo del mismo: "Un Dios que ha fracasado. Nietzsche expresó en una frase muy conocida: temo no nos podamos librar de Dios porque aún tenemos fe en la gramática(3).Mientras que la actual crisis financiera global indica que el capitalismo es un Dios fracasado, lo que me preocupa es que aún tenemos fe en la gramática. Para ser más preciso, deseo sugerir que nuestras críticas al capitalismo, y especialmente al capitalismo en su forma neoliberal, pueden replicar y reforzar involuntariamente ciertos elementos del neoliberalismo como forma de racionalidad gubernativa”...(o estatal, como yo diría).
 
Hay una gramática parda, propia del orden social que hoy es hegemónico a escala global, que viene a ser ese conjunto de reglas que lo construyen, su esencia de principios junto a su estructura institucional y a las formas de organización subyacentes. Indistintamente, se nombra a ese Orden social como “capitalismo” o como “neoliberalismo”, pero no es lo mismo. Neoliberalismo sería la forma actual del capitalismo y éste la forma moderna o ilustrada del original orden propietarista, de antiquísimo origen neolítico, fundado sobre nuestros instintos más primarios, de propiedad y jerarquía, de preclara inspiración religiosa. Un Orden social que a poco que uno lo piense y contextualice históricamente, solo podía evolucionar -como así ha sido- hacia un orden/sistema/totalitario, ese que genéricamente conocemos como “Estado”. Su larga duración se debe a la tiranía de los “modos de vida", de vidas subordinadas; es por esa costumbre que tenemos adquirida de vivir sometidos a las sagradas leyes estatales de propiedad y jerarquía. 

El ente Estado, bajo diferentes formas (monarquías o repúblicas, democracias o dictaduras), más o menos totalitarias, en todos los casos tiene su más directo antecedente en aquellos primeros estados/ciudad neolíticos, inequívocamente fundados a partir de considerar “sagrados” los principios, enseguida hechos leyes, de propiedad y jerarquía, de muy directa inspiración religiosa, que solo podían concluir, como así sucediera a lo largo de varios milenios, en sociedades estratificadas, divididas en clases y ordenadas jerárquicamente; básicamente: una clase “política”, de propietarios/gobernantes, con dominio (propiedad) sobre otra clase “súbdita”, de siervos/trabajadores/desposeídos. 

El éxito histórico de este Orden estatal, basado en la división social, ha consistido en hacer sistémica la lucha de clases, naturalizada e institucionalizada en paralelo a un modo depredador/consumista de habitar la Tierra. Un modo que, como ahora ya sabemos por nuestra larga experiencia histórica, no puede ser más irracional ni más salvaje.

Pero habría que indultar a las generaciones que nos precedieron, en una especie de "amnistía" general de la historia humana porque, muy probablemente, solo ahora podíamos llegar a saberlo, no antes. Porque hasta hace bien poco nos pensábamos solo a escala individual/tribal/nacional, como habitantes de un planeta inmenso e inagotable, donde podía parecer "natural" la lucha sin cuartel por el territorio, la comida y la reproducción sexual. Un mundo cuyo principal  Gran Problema consistía en la injusta distribución de una ilimitada Abundancia. Y solo ahora empezamos a saber la verdad, ahora que empezamos a tener una mínima conciencia de especie, ahora que vemos cómo el mundo se nos ha quedado pequeño, que vemos vaciada la despensa del futuro y empezamos a sentir un mismo pánico global ante la certeza de correr un mismo peligro de extinción, por encima de razas, naciones y clases. Un peligro que nos es común, a escala de especie.

Por eso que en esta encrucijada existencial, me parezca tan banal como ahistórica toda pretensión “pseudo-revolucionaria” que reduzca su programa alternativo a una mejora del Sistema, con ilusorio y agónico énfasis en Estados justicieros y verdes Capitalismos...¡a estas alturas del conocimiento humano y de los acelerados tiempos que corren!, conservando contra toda racionalidad humanista y científica esa religiosa creencia en leyes “naturales” (mejor diríamos “salvajes”), de propiedad y/o jerarquía -que tanto monta- instaladas todavía en lo alto del ruinoso frontispicio de las falsas Democracias, todas estatales.

Para desbrozar los abruptos caminos que tenemos por delante, y de seguir empleando a toda costa el desgastado adjetivo político de "izquierdas”,  al menos habría que convenir un uso de tal término (izquierdas) referido solo a los no creyentes en el Sistema. Porque a estas alturas del siglo XXI todo el mundo ya debiera saber muy bien quién se sienta a la "derecha" de Dios-Padre-Estado, aunque haya quien prefiera no complicarse la vida.

En fin...la necesidad de otra gramática, comunal a escala global, de especie. 

Notas:

(1) Benjamin Noys (1969) es profesor de Teoría Crítica en la Universidad de Chichester, su campo de investigación está centrado en la literatura, las vanguardias, la cultura popular y la política. Es autor, entre otros libros, de Georges Bataille: A Critical Introduction, The Culture of Death y The Persistence of the Negative: A Critique of Contemporary Continental Theory.

(2)Publicado en https://carnenegra.com 

(3) Nietzsche, Frederich en “The Anti-Christ, Ecce Homo, Twiligth of the Idols, and Other Writings” editado por A. Ridley y J. Norman, Cambrigde, Cambrigde University Press, 2005, p. 170.

martes, 5 de marzo de 2024

CAPITALISMO Y ESTADO, LOS SAGRADOS LÍMITES DE LA PROPIEDAD Y LA JERARQUÍA

Oh, caballeros, la vida es corta...si vivimos, que sea para marchar sobre la cabeza de los reyes” 

A los bufones: seguid danzando bajo la tormenta” 

 

1

Qué oportunas estas dos citas que le sirven a Raúl Cortés de entradilla en su obra “La ópera de los caricatos”, inspirada en “Los últimos días de la Humanidad” de Karl Kraus. Yo no creo que estemos viviendo esos últimos días, ni de la humanidad ni del neoliberalismo, quien eso piense ignora la inteligencia del Orden dominante,  que le ha servido hasta ahora para lograr su hegemonía mundial sin que haya una alternativa que le haga sombra. Todas las oportunidades de emancipación hasta ahora ensayadas son como llamadas perdidas, básicamente a cargo de las organizaciones "de izquierdas” surgidas al interior de la modernidad burguesa, en directa competencia con “las derechas” conservadoras, liberales y fascistas. He llegado a pensar que la causa última de esa continuada derrota no hay que buscarla en la carencia de poder político, puesto que desde la revolución francesa para acá una gran parte de la humanidad ha sido y todavía sigue gobernada por esas izquierdas, digamos estatales o convencionales.

Más bien, habría que indagar en otras posibles causas, por ejemplo en esa proverbial incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace, que aqueja a la clase política en general, según sentencia sabiamente el refranero popular que refiere al gran trecho que va del dicho al hecho. Es esa culpa de incoherencia que especialmente persigue a las izquierdas cuando gobiernan, cosa que no le sucede a las derechas, que en eso son más consecuentes y que en el gobierno están como "en su sitio" ...bienaventurados los elefantes, se dice, porque se les ve venir. Las izquierdas solo parecen estar “en su sitio” (como las derechas), cuando son totalitarias en regimen de partido único. Las derechas, sin embargo, mientras gobiernan siempre parecen estar “en su sitio”, da igual que sean democráticas o totalitarias, su sitio es el de la Propiedad y el Estado. 

A mi entender, eso es porque hacemos un juicio moral muy básico, pongo por ejemplo: una misma “putada” nos hace más daño si proviene de un amigo que si proviene de un jefe. Por eso que en las modernas democracias burguesas se tiene la sensación de que las derechas en el gobierno están “en su sitio”, de jefes, lo que no sucede cuando el poder del Estado lo ocupan las izquierdas convencionales, que parecen estar ahí de ocupas, con gobiernos precarios y provisionales, siempre como a punto de corromperse y pasarse a las derechas.

El pensamiento de izquierda convencional, básicamente socialista, es potente en su propuesta filosófica, en su teoría e intenciones, pero en su praxis se muestra muy vago, con débiles e imprecisas estrategias, improvisadas y a destiempo, es un pensamiento ciego a lo abstracto e invisible del poder dominante, que no es sino el misterio de la Sumisión Voluntaria propia de las mayorías sociales y del individuo medio que conforma las multitudes, ese individuo “moderno” acostumbrado a ser súbdito, una condición de ciudadanía que le viene de herencia y, sobre todo, por “la tiranía de los modos de vida”, que diría Mark Hunyadi, unos modos que están fuera de nuestro control a pesar de afectar al completo de nuestra existencia. Es una gran paradoja considerarnos libres y demócratas cuando somos prisioneros de modos de vida totalmente determinados que nos vienen impuestos. Esta paradoja “democrática”, como dice Hunyadi, se refuerza mediante otra paradoja ética: “en un momento en el que asistimos a una auténtica inflación ética por la multiplicación de comités, normativas, consejos, reglas, etiquetas éticas de todo tipo, destinadas todas a proteger el cumplimiento de los derechos individuales, los modos de vida, cada vez más exigentes, extienden más que nunca su influencia sobre los individuos. Esto quiere decir que todo este dispositivo ético sirve en realidad para "blanquear el sistema y los modos de vida" que de él se derivan, que pueden así extender su influencia siendo éticamente pasteurizados. Nuestra ética no sirve, pues, para criticar el sistema ni los modos de vida, sino para acompañarlos en su marcha triunfal. Frenar esa marcha es el mayor reto ético y político de nuestro tiempo”.

De no ponerle pronto remedio, mucho me temo que la sumisión voluntaria, a fuerza de costumbre acabe siendo un comportamiento “propiamente humano”, transmitido no solo culturalmente, también genéticamente, completamente normalizado y “natural”, que a eso apunta la inteligencia artificial y la doctrina transhumanista.

Así, pues, hasta ahora viene siendo superior la inteligencia estratégica de las derechas, y hasta pienso que ahí tienen su principal fortaleza, más, incluso, que en su fuerza bruta, que ya es decir. Aplicada en la postmodernidad a darle gusto a la sumisión de los gobernados, hasta ahora esa inteligencia le ha permitido a las clases dominantes, de propietarios y gobernantes, reproducir su exitosa alianza  en todas las latitudes, generación tras generación, con apenas unos breves lapsus “revolucionarios”. Y al igual que se dice “la arruga es bella” (por ser natural), también podría decirse de la desigualdad normalizada: tan “natural” como el instinto territorial de Propiedad que acaba en capitalismo natural, el modo de vida que sigue la ley natural del la selva, la que guía la evolución natural de las especies...todo tan natural como el instinto patriarcal de jerarquía, que acaba constituyendo ejércitos naturales, naturales tiranías y naturales naciones construidas a partir de naturales enlaces matrimoniales y conquistas militares no menos naturales, eso mismo que naturalmente llamamos "Patria" siendo en realidad Estado.

Pues bien, a contracorriente yo sostengo que el ideal de emancipación humana tiene un difícil porvenir, por ser antinatural, porque va a la contra de lo natural, del instinto estatal y capitalista de jerarquía y propiedad, en contra de la selección natural y de la ley natural de la selva. Por tanto, además de otros principios, el ideal de emancipación si quiere tener una mínima oportunidad precisa de otra inteligencia, de principios y estrategias nítidamente contrarias a la Ley Natural de la Selva.

Lo vengo diciendo, hasta ahora con escasa audiencia, con base en una poderosa intuición que intento completar y argumentar científicamente en lo que puedo: al ideal de emancipación ya no le sirven las izquierdas convencionales, las que agotaron sus oportunidades con el llamado Estado de Bienestar. Ya no sirven, porque el mundo que hoy tenemos es otro bien distinto al medieval y moderno mundo en el que viven anacrónicas, esas izquierdas  alternativas, atascadas en un bucle de imaginarias revoluciones, imposibles si parten de los mismos supuestos, principios y estrategias, de mundos y revoluciones ya pasadas y agotadas. Lo explicaré, ahora resumidamente, porque de ello seguiremos hablando durante los próximos cien años: es Muy anacrónico el pensamiento moderno, de clase, propio de izquierdas y derechas, lo es porque en la encrucijada existencial en que estamos, cuando el culo ya nos huele a chamusquina, solo cabe un pensamiento ecopolítico y comunal,  de especie, ya, con extrema urgencia.

Ese necesario pensamiento comunal y de especie, no lo concibo si no es actualizado a escala global  y a las circunstancias concretas del peligroso tiempo en que vivimos, con la misma dimensión global de la amenaza existencial que concierne a toda nuestra especie. No lo concibo si además no se acompaña de una declaración unilateral de Desarme. Me refiero a un pensamiento con principios y estrategias pactadas, un pacto necesariamente anónimo y glocal (global y local al tiempo), para un compromiso y una política de especie a desplegar localmente, un pacto del Común y lo Común con un programa/compromiso pactado, que nos sirva para cuidar y compartir el mundo/ecosistema Tierra, mientras éste nos dure. Tiene que servir para seguir reproduciéndonos, al menos hasta un poco antes de que el Cosmos se deshaga del todo, disuelto como un azucarillo en agua, que eso sí que es lo natural-inevitable, lo que no hay especie ni Dios que lo pueda frenar. 

Para ese Pacto comunal no hace falta esperar a nadie, lo pueden acordar ya tres personas cualquiera de una misma población que sean mayores de 14 años, en cualquier rincón del mundo, contra el regimen totalitario-global  de la Propiedad y del Estado.

  2

Es ilusoria esa versión regresista de la Historia que fija el viaje al futuro de nuestra especie como un eterno retorno a una edad idílica, la de una antígua y medieval república igualitaria y comunal, que si alguna vez existió algo parecido, fue muy limitada y fugazmente,  en breves lapsus de máxima debilidad, incluso de ausencia, del aparato estatal...y esa autonomía popular sabemos que solo llegó a darse mientras el aparato militar se recomponía y solo con un comunal limitado y condicionado a la propiedad privada y estatal (mal llamada pública).

Otras veces ya he manifestado que estoy muy de acuerdo con la tesis del antropólogo David Graeber, ya fallecido, y del arqueólogo David Wengrow en su obra conjunta “El amanecer de Todo”. De acuerdo en que la civilización no es ese cuento del Progreso lineal que va de un mínimo grupo de salvajes cazadores-recolectores a una inmensa Smart City gobernada por el Algoritmo. Estoy de acuerdo con ellos porque así lo ha evidenciado la investigación científica más reciente: que la igualdad no es un invento medieval de las pequeñas comunidades rurales, porque hoy sabemos que existieron grandes ciudades igualitarias en la edad neolítica, al igual que existieron poblaciones sometidas a grandes desigualdades, tanto en pequeñas aldeas como en grandes aglomeraciones urbanas; incluso sabemos que hubo comunidades que cambiaban de regimen en el cambio de estaciones, del verano al invierno; de acuerdo en que la agricultura no tiene la culpa de la ideología e institución de la Propiedad (como apropiación o robo de lo común), de acuerdo en que es en esta religiosa y “natural” ley de la Propiedad, y no en la agricultura, donde hay que buscar el origen conjunto del Patriarcado y del Estado.

De ahí que piense en la apremiante necesidad de un renovado paradigma revolucionario, a sabiendas de que si llegara a producirse esa revolución necesaria, de signo emancipador, integral y global, será por vez primera. Porque nunca antes, en ningún lugar de la Tierra, hubo una revolución social que podamos señalar como integral y global, nunca a escala de especie, nunca para acabar con la Propiedad y el Estado, sencillamente porque no podía ser, porque nunca antes pudimos tener el conocimiento que hoy tenemos, ni conciencia de especie por tanto. Solo sabemos de intentos limitados, más o menos bien intencionados. Lo que sí sabemos es que todos acabaron siendo derrotados. 

Así, pues, a quienes piensan que hemos llegado al término de la historia humana y que ya no son posibles otros modos de vida que los sometidos a la Propiedad y al Estado, les digo que todo está por hacer y que, ahora sí, estamos en el preámbulo de un tiempo Necesariamente nuevo. Que ahora sí es posible una revolución integral y global, porque nunca como ahora pudimos tener la conciencia de especie que ahora empezamos a tener, aunque haya tenido que ser por efecto del Desastre al que asistimos inermes y asombrados. Solo es posible ahora que, por primera vez, sentimos cómo el mundo se nos ha quedado pequeño y que juntos, a escala de especie, corremos un mismo peligro de extinción.

3

Durante estas últimas décadas cobraron impulso nuevas corrientes de pensamiento y nuevos movimientos sociales más o menos críticos, surgidos como disidencias o bien al margen de las convencionales izquierdas del Sistema. Todas apuntan la necesidad de actualizar el paradigma de la revolución social. Buena parte tienen un actuar meramente teórico y reaccionario en el sentido de que se limitan a contestar a los excesos y agresiones del Sistema, yendo a remolque de su agenda. Y eso, que está muy bien, es muy poco porque no cuestiona su existencia, no al menos al completo. La mayoría de alternativas dicen ser anticapitalistas, pero desean un Estado ilusorio y oximorón, uno que sea “ecologista y a la vez justiciero”. La mayor parte de estas corrientes y movimientos son residuales, provienen de los restos ideológicos sobrevivientes a la descomposición de las modernas revoluciones proletarias, todas estatales, entiéndase la URSS y la China Popular principalmente. Profesan un imposible anticapitalismo que no puede pasar de teórico, como su puesta en práctica ha demostrado con creces.

Las izquierdas presuntamente alternativas consiguen algo de adhesión en las redes sociales, de vez en cuando convocan manifestaciones con grandes pancartas,  siempre como reacción instintiva, a remolque siempre de la agenda estatal y de su “opinión pública”. Me refiero a corrientes y movimientos como los del Decrecimiento, Ecosocialismo, Ecofeminismo, Renta Básica, Permacultura, Simplicidad Voluntaria, Bancos de Tiempo, Movimiento slow, Ecoaldeas, Municipalismo, Ciudades en Transición o el recién desaparecido movimiento de la Cooperativa Integral Catalana...etc, etc.

A estas corrientes y movimientos de carácter general, habría que añadir otros más identitarios, al modo nacionalista de "naciones sin estado", como el Confederalismo Democrático del Partido de los Trabajadores (PKK) del Kurdistán (territorio repartido entre Turquía, Irak, Siria e Irán), o el Movimiento Zapatista, reclamante de un estado indigenista propio en Chiapas, territorio perteneciente al actual estado mejicano.  

Entiendo que los dotados con mejor armazón teórico frente al sistema dominante son actualmente el movimiento Ecosocialista (con origen en el pensamiento ecoanarquista, comunalista según su primer mentor, el norteamericano Murray Boochin)  y también el conglomerado de movimientos afínes, como el de la Vía de la Simplicidad (con origen en el pensamiento ecológico del australiano Ted Trainer), el movimiento por el Decrecimiento, el Ecofeminismo, así como la mayor parte del espectro ideológico del Ecologismo.

Recientemente, me ha sorprendido que Ted Trainer haya dirigido su crítica al movimiento por el Decrecimiento a la vez que al Ecosocialismo. Me refiero  a dos escritos publicados en su web, respectivamente titulados La respuesta es el ecoanarquismo, no el ecosocialismo” y Una crítica (amistosa) al movimiento por el Decrecimiento”. A mi entender esta crítica de Ted Trainer tiene escaso fundamento, ya que su propuesta de Simplicidad no aporta nada realmente nuevo y cae en la misma indigencia estratégica de los movimientos a los que critica. Ted Trainer y su movimiento de la Simplicidad tampoco saben QUÉ HACER, NI CÓMO, para que el Sistema no se los coma, integrándolos sin problema, incluso poniéndolos de moda como atractivos "estilos de vida".

Todos esos movimientos “alternativos” de izquierdas tienen en común una misma matriz “moderna” aunque se digan “neos”, neomarxistas o neoanarquistas. Si me hago eco de la crítica de Ted Trainer es porque apunta a lo que quiero aquí exponer como epílogo de este escrito; me refiero a lo que considero es el error básico que lastra a los movimientos sociales que, como el Ecosocialismo o el Ecofeminismo, como el Decrecimiento o la Vía de la Simplicidad, tienen la pretensión de constituirse en “alternativas” frente al sistema dominante. Todos estos movimientos han producido teorías y experiencias muy valiosas, pero incompletas y fallidas a la vista de los resultados.Mi modesta aportación crítica, siendo modesta es radicalmente incompatible con el programa de todos esos movimientos. Primero, tiene que ver con un aspecto teórico acerca de la Propiedad: ya no se puede entender la ecología sin una previa concepción de lo que es la Propiedad, y de la Naturaleza junto al Conocimiento como bienes comunales universales. Hay que superar, por anacrónico, el viejo paradigma campesino-medieval de los bienes comunales. No es posible sobrevivir a los desastres del cambio climático, de la devastación de la biodiversidad, del agotamiento de las fuentes energéticas, de la banalización de la vida...manteniendo ese anacrónico paradigma que no reconoce a los comunales universales de la Naturaleza y del Conocimiento. No mientras se defiendan a la chita callando las mismas ideologías, de la Propiedad y del Estado, que provocaron y siguen provocando todas las guerras y todos los desastres encadenados que ahora afloran como su consecuencia.

La propuesta que vengo proponiendo pivota sobre dos aspectos fundamentales, uno teórico, en torno a un nuevo paradigma de la Propiedad Comunal Universal (comunales de la Naturaleza y del Conocimiento) y otro paradigma estratégico en torno al modo de organización comunal, a prefigurar en la Transición revolucionaria, que sirva para instituir  un contrapoder popular, en modo de ayuntamientos comunales, vecinales/urbanos y paisanos/bioterritoriales, que acaben por disipar las estructuras sistémicas del Orden estatalcapitalista.  Se concreta  esta propuesta en un libre Pacto del Común, global y local, que también podríamos decir "de especie"

Porque, siendo la naturaleza y el conocimiento nuestros comunales universales, ya solo eso, por sí es una letal carga de profundidad dirigida contra  la reproducción del Patriarcado y del aparato de dominación Estado/Mercado. Que muerto el perro se acabó la rabia.


PD: Se me olvidaba incluir en la lista de “alternativas" izquierdistas-fallidas al movimiento de la Revolución Integral liderado por Félix Rodrigo Mora, en el que me he sentido partícipe durante los últimos años, hasta la reciente aprobación "pseudoasamblearia" de sus Bases, que acaban con mi adhesión a esa corriente de pensamiento. Básicamente, porque en esas Bases se acuerda persistir en los mismos graves errores que el resto de "alternativas" izquierdoides: mantienen la anacrónica creencia anarquista en que la propiedad de la tierra deja de ser capitalista si es propiedad pequeña y campesina...y ni hablar del comunal universal-inmaterial del “Conocimiento” (sin el que es inimaginable la emancipación real de cualquier sociedad futura). Y en paralelo, esas Bases dejan en suspenso la duda de si pudiera ser mejor la vida, o al menos más soportable, en  pequeños estados como los del medievo ibérico. Imposible ir por ahí a ningún sitio que merezca la pena. Y mira que lo siento.





 

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miércoles, 14 de febrero de 2024

EL ERROR DE DESCARTES Y EL IMPARABLE ASCENSO DE LA INSIGNIFICANCIA

 

 

"El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano" es el título de un libro del prestigioso médico neurólogo portugués Antonio Damasio, en el que éste explica por qué el racionalista Descartes se equivocaba al separar la mente del cuerpo, cuando de hecho ambas son realidades inseparables, interconectadas e interdependientes.

Seguida esta lectura de otra, sobre un texto de Castoriadis en torno a la insignificancia, ello me ha provocado una inmediata conversación a tres, con mi propia reflexión al respecto, a la que luego fueron sumándose otros pensamientos contemporáneos que, a la postre, todos conducen a la irresuelta cuestión de la dualidad humana, esa sustancial relación cuerpo/alma, materia/ espíritu...naturaleza y cultura.

Se trata de El ascenso de la insignificancia”, título de un libro de Cornelius Castoriadis publicado en castellano poco antes de su muerte. En este texto reúne diálogos, entrevistas, conferencias y artículos, todos ellos conectados en torno al problema de "la crisis de sentido generalizada en las sociedades occidentales". Refiere a la forma de esas sociedades, hoy significadas por su confusión y desorientación, una pseudo-libertad sin dirección y un conformismo disfrazado de individualismo que se caracteriza por el repliegue a la esfera de lo privado, además de la falsa concepción de la democracia como un mero procedimiento que no da cabida a la posibilidad y necesidad de hacerse preguntas respecto a la finalidad o sentido de la vida personal y colectiva.Y todo eso lo dice Castoriadis desde su insistencia en el proyecto de autonomía, en una búsqueda constante de la auto-institución explícita y lúcida de la sociedad, lo que para mí constituye su aportación más sustancial, propositiva y estimulante. 

* * * 

En una interesante entrevista sobre el libro, a la pregunta sobre la “crisis” política de las sociedades contemporáneas, Castoriadis afirmaba que no vivimos hoy una crisis en el verdadero sentido del término”, a saber, “crisis” como momento final y decisivo en el proceso de una enfermedad, en que el enfermo muere o, muy al contrario, inicia su proceso de curación, debido a una reacción saludable que la propia crisis le provoca...entonces, concluía, lo que vivimos es una fase de descomposición, no de crisis, porque en una crisis hay elementos opuestos que combaten entre sí, mientras que lo que precisamente caracteriza a la sociedad contemporánea es la desaparición del conflicto social y político.

En esa entrevista decía Castoriadis que “la gente descubre hoy lo que escribíamos hace treinta o cuarenta años en Socialismo o Barbarie (*), a saber: que la oposición derecha/izquierda ya no tiene ningún sentido; los partidos políticos oficiales dicen lo mismo.../...En realidad, no hay ni programas opuestos, ni participación de la gente en conflictos o luchas políticas, o simplemente en una actividad política. En el plano social, no solamente existe la burocratización de los sindicatos y su reducción a un estado esquelético, sino la casi desaparición de las luchas sociales. .../...La aplastante mayoría de la población del planeta no vive la igualación de las condiciones de vida, sino la miseria y la tiranía. Y, contrariamente a lo que creían tanto los liberales como los marxistas, de ninguna manera esa mayoría de la población mundial está preparándose para acoger el modelo occidental de la república capitalista liberal. Lo único que busca en el modelo occidental son armas y objetos de consumo, ni el habeas corpus, ni la división de poderes...es muy visible en los países musulmanes, en la India, en África, en China, como en la mayor parte del sureste asiático y de América Latina. La situación mundial, extremadamente grave, vuelve ridículas tanto la idea de un fin de la historia como de un triunfo universal del modelo democrático occidental. Y ese modelo se vacía de su sustancia incluso en sus países de origen”.

Todo el texto inevitablemente refiere al proceso de renovación que experimentó Castoriadis tras reconsiderar y cuestionar su previo pensamiento marxista, como él mismo reconocía: “Después del fin de “Socialismo o Barbarie”, ya no me ocupé directa y activamente de política, salvo un corto tiempo durante Mayo del 68. Intento permanecer presente como una voz crítica, pero estoy convencido de que la quiebra de las concepciones heredadas (ya sea el marxismo, el liberalismo o las visiones generales sobre la sociedad, la historia, etc.) vuelven necesaria una reconsideración de todo el horizonte de pensamiento en el que se ha situado desde hace siglos el movimiento político de emancipación. Y ese es el trabajo al que me consagré desde entonces”. (Fragmento de la entrevista a Cornelius Castoriadis realizada por Olivier Morel en 1993, que fuera difundida por “Radio Plurielle” y publicada posteriormente en “La République Internationale des Lettres”).

Tengo que decir que el subrayado es mío, y que se debe a que tal como vengo pensando desde hace bastante tiempo, tanto el sistema de Dominación como el opuesto movimiento subversivo de Emanicipación, tienen raíces que son coetáneas y bien antiguas, de muchos siglos, tantos como la edad del Primer Estado-Ciudad y no solo la edad de los “estados-nación-modernos” (de apenas tres siglos). Porque, ni en su forma política/estatal, ni en su forma económica/capitalista más contemporánea y global, el sistema de Dominación puede entenderse sin remontarnos al antiguo concepto de propiedad patriarcal, de la tierra y el conocimiento (religioso en esos primeros tiempos)...No puede entenderse al margen de esas milenarias raíces históricas, a cargo de la alianza surgida entre las primeras oligarquías dominantes (propietarias, religiosas, militares y políticas), fundadoras de los primeros Estados, en la Mesopotamia neolítica de hace no menos de cinco mil años.

* * *

Personalmente, tengo una gran coincidencia con su pensamiento en torno a los conceptos sustanciales de “heteronomía” y “autonomía”. Como Castoridis, pienso que hasta el presente las sociedades de nuestra especie han sido heterónomas, que siempre hasta ahora han construido sus imaginarios sociales atribuyéndolos a alguna autoridad superior y extrasocial (Dioses, Antepasados, Necesidad Histórica…) sin llegar a considerar que esas sociedades heterónomas y sus instituciones siempre son autoconstruidas y que, por tanto, siempre son modificables. 

Por ello que, al igual que Castoriadis, pienso que el camino hacia la emancipación real resulta imposible sin comprender la autonomía de las instituciones imaginarias, imposible sin tener la voluntad explícita de auto-instutuirse o auto-emanciparse.

* * *

El caso es que desde el lapsus del 15M y la desolación que su fracaso me dejó como cicatriz, reconozco vivir un tanto obsesionado por el convencimiento de que hemos llegado a un punto de no retorno en la quiebra del pensamiento heredado, acerca del viejo y siempre pendiente proyecto de la emancipación humana, lo que al menos a mí (y sospecho que a más gente, no mucha, lo sé), me obliga a reconsiderar integralmente esa herencia ideológica, tradicionalmente tildada como pensamiento de “izquierdas” y/o “revolucionario”, un pensamiento que a día de hoy, y muy precariamente, apenas mantiene una mínima presencia en el mercado mediático y global donde actualmente se cotizan las ideas. 

Tras una rapidídisima sucesión de revoluciones fallidas, de poco más de dos siglos, la contemporánea insignificancia de las ideas de “emancipación” y/o “revolución” nos deja, como especie, ante un inmenso y desolado vacío, un sin-futuro-común del que nadie espera nada, porque en medio de un presentimiento general de naufragio global, y al agónico grito de “sáĺvese quien pueda”, bastante tiene cada cual con pensar en sí mismo...como para entretenerse en pensar acerca de la emancipación “ajena” -de la Humanidad nada menos-, o en ocuparse de “salvar al planeta”, como no sea en modo político-recreativo, para pasar el rato. Y eso sólo en esta parte del “mundo desarrollado”, porque el otro mundo restante está pensando en venirse con nosotros, a “disfrutar del capitalismo”, aún a riesgo de un naufragio casi seguro.

En la subversión de la básica idea de “comunidad” o “comunismo” consiste, pienso yo, el éxito de la utopía ultra-neoliberal que viene gobernando en la mayoría de los Estados del mundo contemporáneo, en diferentes versiones, todas derivadas de las tres ideologías políticas que comparten el mismo tronco histórico de la Modernidad burguesa: liberalismo, socialismo y fascismo. Esas tres ideologías comparten una misma idea de “Progreso”, como desarrollo exclusivamente económico y tecnológico, sustentado en la promesa de un futuro hipertecnológico, incluso posthumano, que da para soñar la utopía-oximorón de un “capitalismo para todos”, con producción y consumo ilimitados, con la promesa de una fácil y mecánica larga vida por delante, con renta básica como “nómina social” a cargo de un hipotético estado paternal y protector, con un perfeccionado sistema de Estado-Sociedad-Mercado, de Progreso Social, Tecnológico y de Derecho...según la jerga habitual del pensamiento único, cuyo gobierno del mundo se disputan hoy todos los “neomodernos” pensamientos antiguos: neocapitalistas, neomarxistas, neoecologistas, neofeministas...todos más o menos neofascistas: todos adoradores científico/religiosos de la Propiedad, la Jerarquía y el Estado,  la milenaria Trinidad del pensamiento mágico.

De ser cierto, como pienso, que todas nuestras tradicionales visiones y concepciones acerca de la sociedad, de la política o de la historia, han entrado en quiebra irreversible en esta época; si por primera vez (¡no se olvide!) ésto está sucediendo a escala global, esta inédita situación convierte en imperativa la necesidad de reconsiderar el pensamiento que decimos “crítico” o “de izquierdas”, el que traemos a las espaldas y que hoy vemos estancado en una especie de coma o estado vegetativo. 

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Volviendo a las lecturas que dije al principio, el libro de Antonio Damasio se enfoca en la relación entre la emoción y la razón y en cómo ambas influyen en nuestras decisiones. En "El Cerebro Social", Damasio explora su teoría de que las emociones y la interacción social están estrechamente relacionadas; las emociones son por ello una parte fundamental de nuestras relaciones sociales, nos ayudan a conectarnos con los demás y a formar lazos sociales. A. Damasio sostiene, además, que el cerebro social es una red compleja de regiones cerebrales que trabajan juntas para procesar la información social y emocional. Esta red incluye áreas como la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo, siendo los "marcadores somáticos" señales que el cuerpo envía al cerebro en respuesta a un estímulo emocional. Estos marcadores somáticos pueden ser positivos o negativos y ayudan al cerebro a tomar decisiones más rápidas y precisas: “Nuestro cerebro no sólo piensa, sino que también siente”. Una de las teorías más importantes de A. Damasio es la de la Síntesis del Cuerpo, por la que sostiene que  mente y cuerpo son entidades interconectadas e inseparables, que las emociones son parte integral de la experiencia humana, integralmente conectadas a la actividad de nuestros cuerpos. Piensa Damasio que las emociones se originan en el cerebro, siendo resultado de la interacción entre las señales que llegan del cuerpo y que se procesan en el cerebro. Sostiene que las emociones no son simples y automáticas respuestas a estímulos, sino que son el resultado de un complejo proceso que involucra al conjunto cerebro/cuerpo/entorno.

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Funes es “el memorioso” personaje de un cuento de Borges publicado en la colección “Ficciones” en 1944. El propio autor lo definió como “una metáfora del insomnio”. Se sabe que en su primera fase el sueño funciona como un depurador de recuerdos, de tal manera que en la mente permanezca solo lo más importante de lo que nos sucede y, por tanto, si no dormimos, nuestro cerebro no puede eliminar los recuerdos o la información “sobrante” o “insignificante”, de tal manera que sin esta capacidad de olvidar, con el cerebro desbordado por un exceso de información (infoxicación) y de recuerdos (hipermnesia o síndrome del sabio), la vida sería insoportable.

Rodrigo Quian Quiroga es un neurocientífico argentino, de máximo prestigio, que  en su libro "Borges y la memoria" recurre a ese cuento: “millones de años de evolución nos han conducido a disponer de un cerebro capaz de enfocarse en lo esencial. Y volvemos a Borges, que dice que abstraer es olvidar detalles, ignorar cosas que nos distraen. Una persona con una memoria infinita no es capaz de abstraer, y si no es capaz de abstraer tampoco es capaz de pensar”.

Este científico es el descubridor de “la neurona de Jenifer Anston”, que supuso un hito muy importante a la hora de comprender el proceso de formación de los recuerdos en nuestra mente: 

“Podemos remontarnos a Aristóteles, que ni siquiera sabía que los pensamientos estaban en unas células llamadas neuronas, sino que los ubicaba en el corazón. Y aún así, las preguntas que se planteaba son de absoluta actualidad. Descubrí esto mismo en los escritos de Borges, que en su famoso «Funes, el memorioso» se plantea cómo sería nuestra vida si nuestra memoria fuera infinita y lo recordásemos absolutamente todo. Y concluye que no podríamos ni pensar”.../...“Me sé todas las calles de mi barrio de Argentina de la infancia, pero no recuerdo ni una de mi barrio de Leicester, donde vivo actualmente. Eso es porque ahora el GPS del coche las recuerda por mí, delego en él. Pero no es algo que me moleste, porque no creo que tenga especial utilidad acordarme de las calles de alrededor de casa. Me preocupa más no tener tiempo de estar aburrido sin hacer nada, de mirar el cielo y que, de repente, venga una idea.”

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La Inteligencia Artificial parece apuntar a una capacidad de memoria y procesamiento sin límites. Y la gran duda ya no está en esa capacidad, sino que estriba en si alcanzará o no un desarrollo tal que le permita hacer abstracciones, pensar por sí misma, tener conciencia de sí, al margen de su creador humano...Entonces estaríamos hablando, seguro, de una Inteligencia Artificial destinada a su propia locura de no aprender a olvidar toda la información “prescindible” o superflua, de no aprender a desconectar (dormir) y a soñar (crear). 

No hace falta ser neurocientífico para tener ese conocimiento intuitivo. Personalmente, a la Inteligencia Artificial le deseo y pronostico el peor de los futuros: convertida en IL (Inteligencia Loca), pasada de rosca, como le sucediera al memorioso personaje de Borges. La locura es su inevitable destino de no incorporar en su algoritmo principal la capacidad de dormir y de olvidar, al modo humano, para desconectar y prescindir del exceso de insignificancia, de aquellos datos y recuerdos irrelevantes que impiden el pensar abstracto, ese olvido-reseteo que nos permite a los humanos centrarnos en lo esencial que nos importa, en aquello que para nosotros tiene significado y sentido, para no quedar sobrepasados, saturados de datos y recuerdos...para no enloquecer, pasados de rosca.

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En estos tiempos de máxima confusión y saturación mediática, me reconforta que un científico tan prestigioso como Rodrigo Quian Quiroga haya llegado a pensar que nuestra humana inteligencia, en el camino de construir “con sentido” nuestras vidas, guarde proporción con la capacidad de abstracción, como de soñar y crear, prescindiendo de datos y recuerdos superfluos o insignificantes...por ejemplo, toda esa basura informativa que nos inunda cada día, para distraernos de nuestro sustancial deseo de encontrarle sentido a nuestras vidas, ese “querer vivir” de otra forma, ese deseo de un-mundo-otro y mucho mejor, uno en Común.

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Actuamos en respuesta al significado que le atribuimos a lo que sucede, no a lo que sucede en realidad”, dice Rodrigo Quian Quiroga, y también dice que "si estamos permanentemente pendientes de lo que nos llega a través de Whatsapp, el correo electrónico, etcétera, podemos correr la misma suerte que Funes el Memorioso”. Y confiesa Rodrigo Q.Q. estar muy preocupado porque teme que la tecnología acabe matando la imaginación y la creatividad” y hace una recomendación a la que me sumo con entusiasmo:  “dedicar más tiempo a estar aburridos, mirando las nubes pasar, para permitir que afloren las ideas”.../...porque “millones de años de evolución nos han conducido a disponer de un cerebro capaz de enfocarse en lo esencial”.

Y vuelvo ahora al Borges que no sabía lo que R. Quian Quiroga ha demostrado: que detrás de esa capacidad de abstracción hay un tipo de neurona del hipocampo a la que todo el mundo denomina a estas alturas la neurona de Jennifer Aniston:

Trabajando con esquizofrénicos encontramos que había una neurona concreta que respondía a la imagen de Jennifer Anniston, a cualquier imagen de ella, o incluso a una caricatura de la popular actriz de la serie televisiva Friends. Existe una similar para cada personaje… Lo interesante es que esa neurona codifica abstracciones: responde a un personaje (y solo a uno) sin importar cómo se lo mostremos. No responde a los detalles, le da igual si está de frente o de perfil porque responde al significado. Y no se ha encontrado de momento nada similar en ratas o en monos. Creo que demuestra que nuestro pensamiento está basado en abstracciones”. Y concluye que eso es, precisamente, lo que nos define como especie. 

 Si queremos ir a lo sustancial no podemos perdernos en detalles insignificantes: “Newton se dio cuenta de que la manzana que cae de un árbol y la Luna que no se cae, sino que gira todo el rato alrededor de la Tierra, se guían por un mismo principio, que es la ley de la gravedad. Esa fue la genialidad de Newton. Pero para poder llegar a esa ley física tuvo que abstraer; si nos quedásemos pensando en que la manzana es roja, que tiene dos hojas o que la ha perforado un gusano, nos perdemos en detalles y no llegaríamos nunca a nada”.

En una investigación con monos, el neurocientífico argentino demostró que, mientras el cerebro de un mono tarda 120 milisegundos en procesar un aplauso, los humanos tardamos al menos el doble, por lo que podríamos pensar que nuestro cerebro es lento reaccionando, y eso es cierto, pero tiene explicación según Rodrigo Quian Quiroga: “creo que somos tan lentos, en comparación con los monos, porque procesamos más la información, porque no reaccionamos al estímulo en sí, sino al significado del estímulo. Vivimos en un mundo que no es real, que es una construcción nuestra. Actuamos en respuesta al significado que le atribuimos a lo que sucede, no a lo que sucede en realidad. No hay que tener prisa: si respondiésemos más rápido, pensaríamos y nos comportaríamos como un mono.”

 

Nota: 

(*) Socialismo o barbarie fue un grupo marxista, francés, que existió entre 1948-1965. El nombre también se refiere a la revista del grupo. La expresión Socialismo o barbarie fue utilizada por primera vez por Rosa Luxemburgo en 1916, inspirada por un texto escrito por Friedrich Engels. En la Francia de 1946, Cornelius Castoriadis y Claude Lefort, entre otros miembros del Partido Comunista Internacionalista (trostkista), crearon la llamada tendencia Chaulieu-Montal, que pronto pasaría a llamarse Socialismo o barbarie. En 1948, esta facción se separó del PCI, abandonando los postulados trotskistas. Los miembros de Socialismo o barbarie combatían el estalinismo en todas sus formas y trataron de desarrollar un marxismo antidogmático. Consideraban a la URSS como unestado obrero degenerado” y a todos los países autodenominados “socialistas” como capitalistas de Estado.