martes, 4 de octubre de 2016

¿OMNIA SUNT COMMUNIA?



Reconozco una buena intención en este movimiento pero, una vez más, advierto una estrategia errónea tras unos principios sólo aparentemente bien planteados. Pienso que este movimiento está condenado a su irrelevancia histórica, porque carece de una formulación nítida de los principios en los que se fundamenta. No declara los bienes de la Tierra y del Conocimiento humano como procomún universal. No identifica las causas de la expropiación histórica de los bienes comunes a cargo del sistema estatal-capitalista dominante. No cuestionando sus raíces, escamotea sus consecuencias: el orden totalitario que se asienta sobre la alianza entre los Estados y el Mercado. Y olvida las consecuencias derivadas: la apropiación privada o corporativa ( delictiva en todo caso) de la Tierra y del Conocimiento, como de sus bienes derivados; el trabajo esclavo y asalariado que anula las cualidades esenciales de la individualidad, propiciando la competencia fratricida, impidiendo el surgimiento de vida comunitaria; la imposibilidad de la pacificación mundial en convivencialidad y democracia; la imposibilidad a largo plazo (cada vez más corto) de la reproducción y mantenimiento de la vida. 


Y así, en consecuencia, estos movimientos acaban apuntando a la vía reformista, integradora y neutralizadora de su potencial alternativo, reconociendo implícitamente al sistema dominante, al no cuestionarlo en sus raíces. Este movimiento carece, además, de una formulación política, se queda en una mera y bonita propuesta progresista, que hará fracasar "en red" lo mismo que ya viene fracasando aisladamente: ecoaldeas, cooperativas...iniciativas “alternativas” más o menos ecologistas, feministas y progresistas, todas ellas condenadas al guetto y a la irrelevancia a los efectos de la confrontación con el sistema dominante. Todo para seguir desgastando las energías de ilusionados activistas y de sus bienintencionadas organizaciones “alternativas”.


Sin representar a nadie más que a mí mismo, propongo un paso más allá: un Pacto Global de los Comunes, incluyente de: 1)una declaración universal del deber humano de convivencialidad, autonomía y responsabilidad, 2)la declaración de los bienes derivados de la Tierra y del Conocimiento humano como procomún universal y 3)la realización práctica de la democracia mediante la autoconstitución -local y global- de Ajuntamientos del Común, paralela y frente a las estructuras oficiales del Mercado y los Estados; ajuntamientos comunales confederados en todas las escalas territoriales a partir de su plena responsabilidad social y ecológica y de su plena autonomía territorial, económica y política. 

Las buenas intenciones son manifiestamente insuficientes, como tozudamente viene demostrando una realidad mundial falseada por su apariencia de bloques corporativos, estatales y mercantiles, cuando a lo que nos enfrentamos es a un único Bloque Global, totalitario y desarrollista, atrapado en sus propias contradicciones y en su propia deriva autodestructiva. 

Mientras no cuestione las raíces del orden global hoy hegemónico, le otorgo escaso futuro a esta iniciativa del “progresismo” europeo, persistente en su errático deambular reformista, que sigue cumpliendo con su histórica función de subordinación al orden totalitario-desarrollista, neutralizando -o al menos retardando- la transformación revolucionaria de esta insoportable realidad en la que vivimos.


Aún así, conviene conocerlo:






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