jueves, 25 de julio de 2013

EL LABERINTO DE ANDREA MILDE

Andrea tejiendo en una pradera

Andrea Milde es amiga y vecina de estas tierras de la Montaña Palentina. También es artista. Y yo creo que su arte es tan personal como comunitario, tan aldeano como global, tan ancestral como  atemporal.  Su impulso creativo es vital y comprometido, desborda los límites del telar en el que teje sus espléndidos tapices pictóricos. Ella ha creado un refugio traslúcido, el espacio creativo del “kuku-projekt” (Andrea es una alemana que domina muy bien el castellano). El kuku es su proyecto personal y colectivo, con las puertas abiertas a la comunidad local; lo ha ubicado en un piso antíguo que asoma sus desvencijadas y acristaladas galerías a la plaza mayor de Aguilar de Campoo; Andrea ha recuperado este espacio a su modo creativo, haciendo que los viejos desconchones de las paredes sean tan visibles y naturales que parecen nuevos, diseñados por ella, parte de su obra. 

El "kuku"
El pasado sábado Andrea extendió su hilo de Ariadna en una pradera de Foldada, la pequeña aldea en la que ahora vive con su familia, para construir un laberinto e invitar a los amigos y vecinos a recorrerlo. Ha dedicado a ello los últimos 410 días. Me la imagino tejiendo en múltiples sitios, horas y compañías; y a buen seguro que muchos metros también habrán surgido en soledad reflexiva, hasta crecer esa enorme bola de hilo, matriz de su laberinto.

El hilo de Ariadna
Al comenzar su proyecto “410 días”, decía Andrea que la idea consistía en tejer durante los próximos meses 120 metros de este hilo de Ariadna, lo que hace una media de 30 centímetros al día, y utilizar este argumento para crear un imaginario de escenarios, sonidos y companías…410 días para recomponer mi ilusión … 410 días en los que me quiero conceder el tiempo para reflexionar sobre mi andar por el laberinto de la vida…Un experimento. Ni idea qué va a salir de ello…”

Poco antes de cumplirse el plazo, anunciaba: “muchos meses de soledad y companía, de interior y exterior, tristes y alegres, quedan “atrapados” en esta bola. En julio se extenderá para formar un pequeño laberinto transitable  de 12 x 12 m como invitación a reflexionar conjuntamente sobre todo aquello que ha influído en su creación: el cíclo anual de la naturaleza, el ciclo vital de una mujer al borde de la menopausia, la vida cotidiana en un territorio rural en el norte de España…. y el contexto cultural y espiritual de este símbolo existencial…”

En la pequeña exposición que acompañaba a la instalación del laberinto, pude leer este texto: “el laberinto es un símbolo de fuerte carga ancestral que desde hace más de 5000 años sirve a mujeres y hombres para crear espacios comunes para la celebración de ceremonias, para la meditación, la curación la iniciación, para el juego…Laberintos se han utilizado en todas las épocas de nuestra historia y en tan distintos lugares de nuestro planeta como Islandia, Perú, Creta, Egipto, Arizona, India, la Península Ibérica o Sumatra. En cada emplazamiento geográfico o momento histórico, los laberintos tienen numerosas interpretaciones diferentes, pero en el fondo todos son lo mismo: simboliza la totalidad del universo, la unión del círculo con el cuadrado, representa la armonía entre Tierra y Cielo, Muerte y Renacimiento,…es un símbolo sencillo, para reflejar la compleja dualidad de la vida.
Estas son las tres fases del recorrido laberíntico: 1. Entrando en el laberinto: permite dejar ir, calma la mente.Estamos invitados a entregarnos y abrirnos. Es el momento de estar atentos a lo que pueda llegarnos. 2. Centro: se recomienda permanecer un tiempo en el centro. Podemos pararnos, sentarnos…es el lugar para intentar conectar y descubrir nuestro sagrado espacio interior. Estar abierto a recibir lo que  ahí hay para nosotros: paz, claridad, despertar, una visión u orientación. 3. Saliendo del laberinto: unión. Es este un tiempo para la comunión y reunión con uno mismo. Llévate de vuelta al mundo la experiencia que este paseo te haya aportado, cualquiera que sea.
El laberinto es, a fin de cuentas, con todos sus pasadizos y vueltas, el resumen de las preguntas más fundamentales que el  ser humano siempre se ha hecho:
¿Cuál es el sentido de la vida?
¿Cómo puede el ser humano traspasar la muerte?
Y es, también, la manifestación material de una búsqueda espiritual, aquella que trata de formar una unidad con uno mismo y el universo”.
 
Andrea despliega su laberinto
El evento se conviertió para mí en una oportunidad de entrañables encuentros con algunos amigos y amigas a quienes veo con poca frecuencia. La mayoría de las personas asistentes recorrieron el laberinto, algunas de ellas con una actitud cuasi mística y de respeto reverencial. Después visitamos una pequeña instalación en el lavadero del pueblo, hecha en memoria de las mujeres muertas este año por violencia machista; y, en honor a su memoria, escuchamos en silencio dos piezas de música para flauta travesera…otro rato contradictorio para mí, que siendo plenamente solidario con el respeto a las víctimas y el rechazo al machismo, tengo algunas ideas muy asentadas acerca de la manipulación ejercida desde el poder en la cuestión del feminismo y, en particular, sobre la cuestión de la violencia de género, convertida en sospechosa política de Estado.
 
Recorriendo el laberinto
Yo no recorrí el laberinto...reconozco mis posibles prejuicios al respecto, pero el caso es que todos estos símbolos rituales me producen cierto repelús, como todo lo esotérico y religioso, tan manipulado y confusamente mezclado con la espiritualidad inherente al ser humano.  Me produce sentimientos contradictorios, entre el respeto por las personas que lo practican y el rechazo más radical hacia ese tipo de pensamientos y doctrinas; el mismo sentimiento que experimento cuando veo en las iglesias a la buena gente que habla con las estatuas.
 
Instalación en el lavadero
Para el laberinto de Andrea tengo una interpretación propia, y más que el propio laberinto me atrae el proceso espiritual de su obra, el camino de reflexión seguido, que yo intuyo como camino alegre y doloroso al tiempo, un camino de virtud.


El laberinto es un juego y un ritual antíguo, místico  y contradictorio, que -puestos a interpretar- significa la complejidad en la que es atrapada la víctima del Minotauro, la bestia híbrida que la espera en el centro, cuando más desorientada se encuentra, en el apogeo de su confusión. El laberinto pudiera ser un recorrido simbólico por esa complejidad del mundo, en el que el ser humano  tiene una posibilidad de escapatoria, una solución liberadora a condición de no extraviarse por las calles sin salida del laberinto, a condición de seguir el camino que señala el hilo de Ariadna. Concluyendo: que me quedo con el camino seguido por Andrea mientras tejía su laberinto; me quedo con su búsqueda incansable de la belleza, con su hilo de virtud.

Andrea en una exposición, mostrando su obra "Siete mujeres"

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