martes, 5 de marzo de 2013

LA CAUSA PLUSCUAMPERFECTA. O ¿POR QUÉ NO ME ENTIENDO CON CRISTIANOS Y ANARQUISTAS?

De la portada del libro "L´Anarchisme Chretièn"

Los cristianos tienen el pecado original de su creencia irracional, que es cosa suya, de su propia inteligencia personal. Ese problema puede que no nos concierna a los demás, pero los cristianos también tienen algo que nos vendría bien al resto de los mortales si pudiéramos compartirlo con ellos. Se trata del principio moral “ama al prójimo como a ti mismo”…lo que pasa es que no lo practican. Sucede que  la mayoría sigue una mala estrategia, que les impide  conseguir dicho fin. Sucede que  se limitan a demorar la aplicación de sus principios para el otro mundo, el celestial -ese que probablemente no exista-, con lo cual, la mayoría resultan ser pésimos cristianos en esta vida. No se aman suficientemente a sí mismos o bien se exceden y, por tanto, todos los demás, su prójimo, nos vemos privados de su amor. El pecado universal de los cristianos tiene una trágica consecuencia: su aportación a la igualdad y a la justicia en este mundo es irrelevante; incluso peor que irrelevante, ya que desde antíguo vienen alineándose mayoritariamente con el poder político y económico, o sea, con quienes pisotean cada día la dignidad de los seres humanos.

Con los anarquistas me viene a pasar algo parecido, incluso puede que más complicado de explicar. Con éstos comparto la racionalidad del libre pensamiento, comparto el principio de la igualdad como sustento inseparable de la libertad, comparto su objetivo de una sociedad fraternal e igualitaria, sin jerarquía y sin Estado,…comparto todos sus principios y objetivos, tanto morales como políticos. Pero no me entiendo con ellos porque discrepo radicalmente de su absurda y alcanforada estrategia. Van a la deriva de una inercia histórica no menos ritual y religiosa que la de los cristianos, cerrados a toda idea que no aparezca en los textos sagrados del santoral anarquista. No han actualizado su conocimiento del mundo, no se han enterado de que ya no vivimos en la modernidad industrial, no han entendido que el anarcosindicalismo es una pérdida de tiempo y energía revolucionaria, que retroalimenta al capitalismo tanto como el parlamentarismo; ignoran que el problema central del trabajo humano en el mundo actual no es el de la precariedad del empleo asalariado -aún siendo cierto-, sino la obsolescencia misma del trabajo en el capitalismo global y postmoderno. No han estudiado la evolución del capitalismo a partir del siglo XIX y pretenden combatirlo con la misma estrategia de aquel siglo. Su deriva les lleva al sitio contrario al que quisieran ir, o peor, a ninguna parte…y, al igual que los cristianos, nos remiten a una utopía celestial, ajena a este mundo, donde la revolución habrá de suceder al día siguiente a aquél en que la humanidad toda, iluminada por la razón ácrata, comprenda por fin el sentido último del anarquismo.

Tengo la certeza de que el mundo todavía necesita de la virtud de los buenos cristianos y anarquistas, por pocos que sean. Les pido que apliquen su estrategia a la altura de los principios morales que con ellos compartimos el resto de los humanos que anhelamos un mundo mejor aquí y  ahora, para este tiempo y esta vida, la única que conocemos. Y yo, pecador, me declaro en ese intento. De ahí que he comenzado a nombrar como Democracia a una utopía que es de este mundo; y de ahí  que no tenga inconveniente en  compartirla con cristianos y anarquistas.

Si bien, a ellos les digo que no desprecien el esfuerzo de la multitud que se aglutina en asambleas y mareas, porque esa multitud padece su misma debilidad, la misma desorientación de su estrategia. Por eso les insisto en descender a la realidad de este mundo, donde el poder existe como energía. Una energía que no procede de Dios, como creen los cristianos; que no se destruye, como esperan los anarquistas. Esa energía es  poder que SE DISTRIBUYE: energía revolucionaria que se transforma en Democracia. Esa es la estrategia de la revolución integral a la que yo me sumo en multitud y sin exclusión de nadie que quiera andar ese mismo camino.

PD.: Me viene a la memoria un oportuno comentario de Gregorio Luri, con motivo de la publicación, el pasado año 2012, del libro “El anarquismo cristiano”, de Jacques de Guillebon y Falk van Gaver: “Decía Nietzsche que el cristianismo es platonismo para el pueblo y apuntaba que su forma moderna era el socialismo. Bien sabe el espíritu incorrupto de don Federico el respeto que le tengo, pero me parece que al menos en España (y en algunos casos también en Rusia) su forma más popular es la de un anarquismo que rechaza todo cuanto por real se presente demasiado contaminado de pragmatismo, demasiado alejado, en suma del ideal…El anarquismo cristiano es, entre otras cosas, esa pulsión antipolítica, que viene con el equipamento de serie de los hispanos, que nos hace caballeros de las causas imposibles, y por ello pluscuamperfectos”.



No hay comentarios: