domingo, 6 de marzo de 2011

POR LOS ALTOS DE VERGAÑO


Mirando la  Peña Redonda


Hemos subido a las Peñas del Alto Sierra con un maravilloso sol de invierno. Por todos los  rincones del bosque había huellas impresas de corzos, en la nieve virgen recién caída. Nos gustan mucho estas peñas, por muchas cosas. Porque al norte se ven muy próximas las cumbres del Cueto y Valdecebollas, ahora blanquísimas, montadas sobre la Sierra Corisa, que separa los valles de Vergaño y Mudá; también se ven las peñas de los Redondos, las que preceden a la Sierra Labra, y abajo vemos la joya de la Castillería, el recóndito valle siempre verde, vecino por estas latitudes de las altas y oseras brañas del Valle de Santullán, donde pueblan las gentes de Barruelo, Brañosera y Salcedillo.  
Nos gustan estas peñas porque mirando al sur, con el Monte Cadéramo al frente, vemos su alargado lomo cimero  confundirse a lo lejos con la silueta del Monte los Cintos, y más allá las aplanadas cimas sinclinales y  visigodas  de las Loras; y en el oriente próximo, casi entero, el  espléndido cordal cimero de la Sierra del Brezo, prolongado hasta difuminarse en Velilla del Río Carrión, en las vecindades de Espigüete y Curavacas, magníficamente alzados en el horizonte occidental de los Cardaños y las Fuentes Carrionas.





También nos gustan porque, además de ser un balcón accesible y hermoso, que nos asoma a  gran parte de la Montaña Palentina, el Alto Sierra es un lugar especial, un cruce de importantes y antíguos caminos con historia, que guardan las huellas de celtas y romanos, moros, cristianos, nacionales y republicanos, mineros y pastores…, éstos más que nadie, pastores y mineros. Pastores trashumantes, trajinando entre la meseta castellana  y la montaña cantábrica, buscando el pasto fresco de los altos puertos de Valdecebollas y la Sierra de Hijar; mineros con caballerías cargadas de carbón, de cok, que vienen de San Felices y van al canal de Castilla, que cruzan el  río Pisuerga por Barcenilla y traspasan los altos pinares de Prádanos por la Ojeda, hasta  llegar al lugar de Alar del Rey, que entonces no era estación ferroviaria, sino dársena, puerto fluvial repleto de barcazas, que arrastraban las mulas desde la sirga,  camino abajo, hacia las ferrerías de Palencia, Medina de Rioseco y Valladolid.
Esto es lo que nos gusta del Alto Sierra, esta abundancia de caminos a todas partes, huellas e historias de gentes y mundos, en medio de altas montañas hermosas, de altos horizontes  albos, nevados y calizos…y todo nos parecía aún mejor, porque hacía un marzo cálido y amable cuando me dabas la mano bajando a casa,  trotando casi, tan ligeros, tan contentos. 


Sierra Corisa

Al  fondo, Valdecebollas

Vergaño camuflado

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bonito es Vergaño....