domingo, 20 de febrero de 2011

¿CUÁNTOS MUNICIPIOS SOBRAN EN ESPAÑA?


El señor ministro

*Hace unos días, Manuel Chaves, vicepresidente tercero del Gobierno y  ministro de Política Territorial y Administración Pública, ha reabierto el debate sobre la conveniencia de  reducir el número de municipios para lograr “el ahorro y la mejora de la gestión de los servicios públicos”. Para alcanzar dicho objetivo, parece ser que el gobierno Zapatero pretende incentivar la fusión voluntaria de los municipios a través de la reforma de la Ley de Gobierno Local. Mariano Rajoy estaría dispuesto a tomar una medida similar a la de Grecia, donde su gobierno tiene previsto reducir el número de municipios hasta el 30%.   "Tenemos demasiados municipios" asegura el líder del PP, reconociendo que la medida será problemática, pero defendiendo su aprobación “siempre que hubiera consenso”. La FAES, la macrofundación ideológica que creara Aznar, ha hecho público un informe en el que esta organización también se muestra partidiaria de la opción griega para suprimir por decreto todos los municipios menores de 10.000 habitantes. 
Creo que no es casual que este debate surja ahora, en el contexto de la crisis económica y de los criterios de austeridad presupuestaria con los que  la clase política española se ha propuesto equilibrar el balance financiero de las cuentas del Estado, a costa de una drástica reducción de los servicios públicos, de los costes salariales y de la exclusión social y laboral de casi cinco millones de trabajadores. 


*Según los datos actualizados del Registro de Entidades Locales, en España tenemos un total de 8.116 municipios, de los cuales el 83,7 % (es decir, 6.801 municipios) tienen menos de 5.000 habitantes. El  3,1% (252)  tienen  entre 20.000 y 50.000  habitantes; el 1,02% (83) tienen entre 50.000 y 100.000. Y tan sólo el 0,76% tiene más de 100.000 habitantes. Todos estos datos vienen a corroborar el preocupante estado de nuestro sistema de organización territorial, a mi entender, caracterizado por:
-La pervivencia hasta nuestros días de un sistema de poblamiento  medieval, con muy baja densidad de población, adaptada a las necesidades de explotación de los recursos agroganaderos y  en el marco de una estructura de poder basada en la propiedad  feudal de la tierra. Al sistema feudal le sucedió, de modo natural, la propiedad  latifundista, generadora de una estructura del poder  local basada en la figura de los caciques rurales, que mayoritariamente han parasitado los ayuntamientos rurales hasta la actualidad, perfectamente mimetizados  y cómodamente asentados sobre la vigente estructura municipal, "democrática" y  minifundista.
-Durante la dictadura franquista no se produjo ningún avance en la ordenación del territorio, porque cuando el regimen pudo contar con recursos a partir de la expansión industrial de la década de los sesenta, su prioridades no estaban precisamente en el medio rural, y porque para el control territorial  le era muy útil el caciquismo rural, bien emparentado con el tandem franquismo-iglesia católica, y que tan eficazmente controlaba  la  política rural-municipal del Estado. Desde 1.975, con la transfiguración “democrática” del  franquismo, la situación no sólo no ha mejorado, sino que va a peor: se mantiene la misma estructura municipal minifundista  y el caciquismo rural  tiene “democráticamente blindada” su permanencia en el poder municipal   a través de la estructura clientelista  orquestada desde los partidos políticos y gestionada desde las diputaciones provinciales, como desde los gobiernos regionales y el gobierno central  .
 -A nivel popular, en las pequeñas poblaciones amenazadas por el despoblamiento, conservar el ayuntamiento es considerada la última tabla de salvación y perderlo es  como “dejar de existir”, como la muerte definitiva de los pequeños pueblos.

Aldea y metrópolis
*Abordar este debate con criterio lógico y democrático es un empeño difícil, sobre todo cuando no disponemos de un código común por el que podamos nombrar a las cosas en ajustada correspondencia con su realidad; por ejemplo, mientras sigamos llamando democracias a lo que son sistemas oligárquicos de gobierno, o mientras sigamos diciendo de cualquier  monarquía que es democrática.

*El caso es que yo también creo que deberíamos tener menos municipios, pero yo no lo hago  por razones de ahorro, sino por razones  estrictamente democráticas, que intentaré explicar:
1. La democracia tiene su escenario propio a nivel local, donde la gente habita,  se relaciona con el medio ambiental y social, donde produce y se reproduce. Sin autonomía y sin autogobierno, la democracia es otra cosa -dictadura u oligarquía, dictadura a la postre-, pero no es democracia.  El municipio es, pues, la institución mediante  la que la comunidad de un territorio (comarca o ciudad) se dota de  autogestión y autogobierno local.  
2. En democracia, es la ciudadanía la que constituye o suprime los municipios y no el ministerio del señor Chaves. Y sólo la ciudadanía, organizada en municipios, puede constituir regiones o estados, por lo que es contrario a la democracia que los municipios dependan de otras entidades, sean diputaciones, gobiernos regionales, estatales o europeos. Recuerdo, pues, que tenemos pendiente una ingente tarea colectiva, consistente en refundar  la democracia, lo que pasa necesariamente por constituir verdaderos municipios democráticos, que sustituyan al vigente tinglado  oligárquico y pseudodemocrático, al que  impúdicamente la clase politica denomina “democracia”, refiriéndose al Reino de España y/o al Estado Autonómico.  
3. En el necesario proceso de refundación de los municipios democráticos, tenemos que pensar que para que un municipio pueda  realizar el cometido que le corresponde en democracia, deberá tener verdadera capacidad de autonomía y autogobierno, contando con los suficientes recursos y capacidad de gestión, tantos como los que le permitan no depender de ninguna otra instancia política. Un ejemplo sencillo: será lógico que los municipios democráticos futuros dispongan de una banca pública local, requisito mínimo e indispensable para gestionar la economía local en modo democrático…así, pues, el tamaño de los municipios no dependerá de su tamaño, sino de su capacidad de autogobierno.
4.Detrás de este debate sobre los municipios, se esconde, agazapado, el problema del desequilibrio territorial, que  ha llevado a la mayoría de la población mundial a vaciar el mundo rural y a concentrarse, hacinadamente, en grandes metrópolis. Se trata de una bomba de relojería, con efecto retardado, acelerada por el sistema económico capitalista, que ahora ni sabe,  ni  puede, ni quiere desactivar; por lo que, de no ponerle remedio pronto, explotará delante de nuestras narices, más pronto que tarde.

*Todo ello me lleva a afirmar con convencimiento y con rotundidad que no sobra ningún pueblo, por pequeño que sea, pero que  ¡NECESITAMOS PUEBLOS MÁS GRANDES Y CIUDADES MÁS PEQUEÑAS, CON MUNICIPIOS AUTÓNOMOS Y VERDADERAMENTE DEMOCRÁTICOS!

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