domingo, 6 de febrero de 2011

CUANDO LA TIERRA SEA REDONDA

La Tierra Plana
En el  quinto siglo antes de Cristo, Aristóteles da una explicación razonada de por qué la Tierra es una esfera y cita un valor para su circunferencia. En el siglo tercero, Eratóstenes hizo una estimación muy acertada que calculó en estadios egipcios, con un resultado de 39.614,4 kilómetros (un corto error del 1% frente a los 40.008 km considerados en la actualidad).
Que la Tierra es esférica nos parece hoy una idea aplastante y definitiva. A  partir del siglo tercero, anterior a nuestra Era, prácticamente todos los científicos aceptaban como hipótesis la forma esférica de la Tierra. Pero era sólo una hipótesis que tuvo que esperar casi  dos mil años hasta que fue demostrada experimentalmente cuando Juan Sebastián Elcano finalizó en 1522 la vuelta al mundo que dos años antes había iniciado Fernando de Magallanes.
Sin embargo, a pesar de haber sido demostrada la esfericidad del planeta, actualmente estamos en la texitura de recuperar  aquella  antígua idea de la Tierra plana, porque hemos  desarrollado un sistema económico  a nivel global que,  según sus promotores, a la larga será  muy bueno para toda la humanidad, pero que tiene un pequeño fallo y es que resulta  incompatible con la idea de una Tierra esférica. El sistema, que se llama capitalismo, no puede existir sin crecimiento contínuo y como éste es imposible en planetas esféricos y, por tanto, limitados, de ahí que les sea tan necesario volver a la tradicional y genial idea  de un planeta plano, sin límites para  el crecimiento.


Albert Allen Bartlett
Un tal Albert Allen Bartlett, profesor de física en la Universidad de Colorado, afirma que el mayor defecto de la raza humana es nuestra falta de habilidad para  comprender la función exponencial. Y creo que tiene toda la razón. Es una función que se  usa para describir el tamaño de cualquier cosa que está en continuo crecimiento, que la expresamos con un porcentaje y con una medida de tiempo. Por ejemplo, cuando decimos “crecer un 5%”, solemos añadir “anualmente”. Al igual que hace falta un tiempo concreto para crecer un 5%, también hace falta un tiempo concreto para crecer un 100%, que es el tiempo necesario para doblar el crecimiento. Existe una fórmula para calcularlo: es igual al resultado de dividir 70 por el porcentaje de crecimiento anual. Por ejemplo, con una tasa de  crecimiento del 1,7 % al año (tasa media de crecimiento de la población mundial entre 1950 y 2000), el tiempo necesario para doblar la población es = 70:1,7= 41 años. Lo que quiere decir que si  a finales de 2.010 contabilizábamos cerca de 7.000 millones de habitantes, con esa misma tasa en el año 2051 seremos 14.000 millones entre paisanos y paisanas. De mantener esta tasa de crecimiento (1.7%),  la población mundial se incrementará hasta alcanzar una densidad de 1.000.000 habitantes por kilómetro cuadrado dentro de 600 años, es decir,  que a cada persona le corresponderá vivir en un metro cuadrado de la superficie de la Tierra.

Podemos hacer cálculos similares para el crecimiento de la demanda energética global. En España ésta se dobla cada 10 años, con una tasa anual del 7%; en los últimos veinte años el incremento de consumo de productos petrolíferos ha sido en España del 51%, por lo que España dobla su consumo de petróleo cada 27 años. Si consideramos la cuestión exclusivamente desde esta perspectiva matemática y cuantitativa, el sistema tiene  una solución mágica a modo de  cornucopia o cuerno de la abundancia (el cuerno de la cabra  que amamantó al dios Zeus en su primera infancia). Y es que aunque al capitalista sin estudios  se la refanfinfla el futuro de la humanidad -tanto como el presente, mientras no sea el propio-, no ocurre lo mismo con los capitalistas instruídos, que son  muy sensibles y cornucopianos ellos, que aunque no venga en el diccionario, significa: “cachondos futuristas que piensan que las innovaciones tecnológicas permitirán a la humanidad  satisfacer por siempre sus necesidades materiales, aún viviendo explotados y hacinados en un metro cuadrado del planeta”.  Pretenden encantarnos con sus brillantes ideas del crecimiento inteligente, pero no cuela, porque aunque  a priori,  sea mejor un crecimiento inteligente que un crecimiento estúpido, también destruye el medio natural y perjudica a la gente. La diferencia es que lo hace con estudios y como con buen gusto.  Como dice el profesor Barlett:  “es como comprar un billete para el Titanic,  si eres inteligente viajas en primera clase, si eres estúpido viajas en clase turista, pero en ambos casos el resultado es el mismo”. 

Albert Allen Bartlett explica muy bien cómo el crecimiento sostenible es una contradicción, un “oximorón”. Y yo le creo. Se refiere a la sobrepoblación como "el mayor de los desafíos" a los que se enfrenta la humanidad. Y frente al crecentismo (cornucopiano-capitalista) propone  la vida sostenible, algo tan lógico y ético, digo yo, como el crecimiento cero de la población, la gestión sustentable de  los recursos naturales y la distribución equitativa de las riquezas del planeta común. Todo un recetario para la sustentabilidad, explicado en unas cuantas leyes, veintiuna, de las que extraigo las  cuatro que más me preocupan y que, a mi entender, resumen todas las demás:
-Novena Ley: los beneficios del crecimiento de la población y/o aumento de consumo de recursos benefician a unos pocos; los costes del crecimiento de la población y/o aumento de consumo de recursos son asumidos por toda la sociedad. a) Los individuos que se benefician del crecimiento continuarán ejerciendo fuertes presiones apoyando y fomentando ambos crecimientos, poblacional y de consumo de recursos. b) Los individuos que promueven el crecimiento están motivados por el hecho de que el crecimiento es bueno para ellos. Para ganar apoyo popular y poder lograr sus metas, deben convencer a la gente de que los crecimientos de la población y de consumo de recursos son también buenos para la sociedad.
-Decimoséptima Ley: si, por cualquier razón, los humanos fallan a la hora de detener el crecimiento de la población y el crecimiento en el consumo de los recursos, la Naturaleza parará estos crecimientos. a) Con los estándares occidentales actuales, el método de la Naturaleza para parar el crecimiento es cruel e inhumano. b) Trazos del método de la Naturaleza con poblaciones que exceden la capacidad de carga de sus países pueden ser vistos cada noche en las noticias de la televisión, que hablan de sitios donde grandes poblaciones experimentan inanición y miseria.
-Decimonovena Ley: la gente hambrienta no se preocupa de la sostenibilidad. Si se tiene que alcanzar la sostenibilidad, entonces el liderazgo y los recursos necesarios deben ser aportados por aquella gente que no esté en la miseria.         
-Vigésimo primera Ley: una extinción es para siempre.

Como coralario a estas leyes, el profesor Barlett nos deja un pensamiento estratégico, además de inteligente: cuando diferentes “expertos” recomiendan caminos diametralmente opuestos de actuación en cuanto a recursos, capacidad de carga y futuro, ayudamos a la causa de la sustentabilidad eligiendo el camino conservador, que se define como el camino que dejaría a la sociedad en la situación menos precaria, en caso de que el camino elegido resultara ser un camino incorrecto.

Lo que yo digo:... ¡que la Tierra es redonda, ostias!

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