Tenemos
por delante tiempos de máxima confusión y oscurantismo. No hay otra
conclusión posible cuando a la certeza del colapso ecológico, al que
nos conduce la ideología desarrollista que domina el mundo en que
vivimos, se le añade la sumisión cómplice de las masas,
domesticadas por las estructuras económicas y políticas del poder
omnímodo, estatal-capitalista.
Podríamos esperar a que el colapso
suceda para empezar de nuevo y desde cero. Podríamos hacerlo incluso
sin dolor de conciencia, al fin y al cabo lo más probable es que no
vivamos para cuando el colapso alcance de pleno a los países del
primer mundo. Y en esa corta espera, al menos nos sentiríamos
liberados de tal responsabilidad. Pero no podemos esperar, no sabemos
muy bien porqué.