sábado, 24 de mayo de 2014

LAS PARADOJAS DEL NEGOCIO ELECTORAL

Impresionante despliegue mediático de la abstención

La categoría de “negocio”, atribuida a las convocatorias electorales, no es gratuita. Es un negocio cuando el Estado pone tanto empeño, propaganda y recursos públicos para que funcione, para que la gente vayamos a votar. Es un negocio cuando la clase política, los partidos, despliegan para ello, junto al Estado, no menos medios y esfuerzos. Todo para convencer a los electores de la necesidad de votar. Debe ser un gran negocio que se alimenta del voto, cuando allí donde la gente deja de votar el Estado lo convierte en obligatorio, como ya ocurre en algunos países, como acabará ocurriendo en España si el negocio sigue decayendo, si la abstención sigue creciendo.


El negocio electoral hace propaganda de sí mismo como “máxima expresión democrática”, “enfocado al interés general”. Pero no deja oportunidad alguna a quienes lo critican, a pesar de ser la abstención una opción legal, todavía.
Se puede criticar a la derecha y se puede criticar a la izquierda, pero no se puede criticar al negocio del que ambas partes son socias. La abstención parece preocupar por igual a cuantos forman parte de dicho negocio. A su parte derecha le preocupa que en la abstención se oculten los confusos y desorientados, o peor, el desorden social, la anarquía; como mal menor, preferirían un voto a la parte izquierda, ¡pero que voten! A la parte izquierda le preocupa la abstención tanto como a la derecha, porque creen que esos votos “perdidos” son suyos, que se pierden a favor de la derecha. Y, por tanto, ambas partes comparten el mismo interés porque el negocio funcione, saben que la competencia izquierda-derecha es uno de los mejores acicates para ello, porque induce a tomar partido, moviliza a la clientela, motiva a votar, cosa que resulta imprescindible para que la gente entre al tenderete, para que el negocio funcione y siga adelante.

Cuando se asoman a la puerta del tenderete y ven pasar de largo a gente con aire de indiferencia, cuando ven que ni siquiera se paran a mirar la propaganda, los empleados y sindicados del negocio se alteran, transmiten su nerviosismo en privado, a sus allegados y familiares, a los simpatizantes y militantes del tenderete, que acaban compartiendo esa misma desazón, que piensan que “del negocio vivimos todos”, que sin negocio la sociedad no podría funcionar. Incluso, algunas veces, llegan a increpar descaradamente a los que pasan de largo: oye, tú, que si te abstienes no tienes derecho a criticar, que si te abstienes vas a ser cómplice de que siga gobernando la derecha, que si te abstienes vas a permitir que vuelva a gobernar la izquierda,...venga, anda, entra en razones, tontín, entra, vota y no me toques los cojones.

Cierto es que procuran hablar lo mínimo de la abstención y que cuando lo hacen públicamente, en los medios, lo hacen “en positivo”, para animar al voto. Cierto es que la propaganda electoral es de derechas, de izquierdas y estatal. La derecha hace propaganda contra la izquierda y ésta contra la derecha; y todos juntos (izquierda, derecha y Estado) hacen propaganda contra la abstención. En mi opinión, al tenderete electoral le preocupa la abstención injustificadamente... tranquilos, que no pasa nada, que todavía no corre peligro el tenderete, que la mayoría de la abstención lo es sólo por desafección o por falta de aprecio (desprecio)...que la mayoría de la abstención (aunque ésto no puede saberse) no tiene programa alternativo al tenderete; tranquilos, que la parte que tiene programa apenas está organizada, ¿que está creciendo?... sí, bueno, pero no es para tanto, estad tranquilos que, de momento, el tenderete no corre peligro, que a día de hoy no hay negocio más seguro que vuestro tenderete.

Con todo, lo más paradójico es que hay una parte de los clientes del tenderete que tienen como objetivo entrar en el negocio para luego cargárselo, dicen que no hay otra manera. Y suele ser buena gente, gente de la parte izquierda del negocio. Llevan dos siglos diciendo y haciendo lo mismo, no acaban de enterarse de que ellos son sólo clientes (votantes), que ni son empleados ni dueños del tenderete y que, por tanto, no debieran poner tanta fe en un negocio que les es ajeno, que les reporta tantos disgustos y que, ¡además!, proyectan destruir... El hábito partidario les hace monjes predicantes del parlamentarismo, de la democracia burguesa. La fuerza de la costumbre les impide comprender cuán valiosa es su aportación “involuntaria” al fortalecimiento del negocio. Y aún así, se atreven a increpar a los que se abstienen, se atreven a acusarles de ser cómplices del éxito y mantenimiento del negocio, ¡a aquellos que no entran al trapo propagandístico del tenderete, a los que muestran verdadera indiferencia y desprecio por el negocio!...

Tienen parte de razón cuando afirman que al Regimen se la refanfinfla la abstención. Pero la experiencia histórica, si la tuviéramos en cuenta, lo que nos demuestra es que lo que más se la refanfinfla es el voto de la gente. No hay duda, lo que le importa al negocio es no perder la clientela, que ésta entre a comprar al tenderete, cuantos más mejor, que voten lo que sea, pero que voten, que sientan que eso vale para algo y ¡hasta la próxima, Lucas!...ya lo creo que el voto es útil.

Ese tipo de clientes siguen creyendo en abstracciones del tipo “clase obrera”, consideran una pérdida de tiempo aprender de la historia, aún más el entrar a analizarla con pensamiento y opinión propia. Si lo hicieran, sabrían que en la realidad (en eso que llamamos la vida de la gente) las clases sociales existían mucho antes de que Marx escribiera “El Capital”. Sabrían que en lo que concierne a la libertad y autonomía de los individuos y las comunidades humanas, siguen existiendo las mismas clases de siempre, sólo dos: dominantes y dominados. Sabrían que lo que ha cambiado en estos dos siglos son las formas de la dominación y sus estructuras, que ahora se concentran en un sistema global, estatal y capitalista.

Estos clientes de la parte izquierda piensan que quien se abstiene no hace nada más que eso en su vida, abastenerse, piensan que abstenerse es sólo un gesto mínimo e inútil, que no vale para nada, que nada soluciona. Deberían explicarnos para qué ha servido el voto en los dos últimos siglos, en las épocas de capitalismo estatal-liberal, en las de capitalismo estatal-marxista o en las de capitalismo puro (totalitario, estatal, sin disimulos). Yo creo que gran parte de los que se abstienen sí saben para qué ha servido.

Comprendo la enorme dificultad de comprenderse y reconocerse a uno mismo como "clase obrera" que trabaja a favor del Regimen, a favor de la clase dominante. Sin ejercicio de libre pensamiento estamos lejos de adquirir conciencia, siquiera, de tal hecho; imposibilitados para reunir la determinación y la fuerza social necesarias para el derribo del Regimen; más lejos aún de abordar el proyecto revolucionario que apunta a la emancipación y a la regeneración de la maltratada vida humana. Sin pensamiento autónomo, sin romper con el adoctrinamiento partidista, sin repudio de la dominación estatal-capitalista, resulta imposible conocer la identidad, naturaleza y artimañas del enemigo al que nos enfrentamos......imposible entender los errores del pasado, imposible superarlos...imposible imaginar, siquiera un esbozo, de la sociedad que queremos, la que está por construir...imposible si perseveramos, otros dos siglos más, en los mismos errores; imposible si seguimos siendo clientela fiel del tenderete, negocio, electoral.


Abstenerse no es, pues, poca cosa. Claro que es insuficiente, lo sabemos. Por eso, estamos haciendo algo más: nos estamos preparando y organizando, desconectando de los medios de adoctrinamiento, desenganchándonos de las múltiples adicciones que el aparato estatal-capitalista nos procura todos los días; estamos anticipando la democracia del futuro, la democracia sin adjetivos ni disimulos, el autogobierno en asambleas soberanas; poco a poco, estamos abandonando metrópolis y repoblando  comarcas rurales; creando cooperativas integrales y economías comunales, espacios de ayuda mutua, autogestión y autonomía, promoviendo y practicando la desobediencia civil...estamos en ello, poco a poco, pero va para largo, ya lo dijimos, pero lo habéis olvidado: “vamos despacio porque vamos lejos”.

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