Ayer
escuché en la radio una tertulia en torno a la edad legal para mantener
relaciones sexuales, suscitada a raíz del reciente y desgraciado suceso en el que fue
asesinada una niña de trece años que mantenía relaciones con quien luego resultó ser su asesino, un hombre de cuarenta
años, que se suicidaría tras ser acosado por las fuerzas del orden. Todos los
tertulianos coincidían en el diagnóstico, afirmando que las leyes regulatorias de
la edad “legal” son contradictorias e incoherentes y que todas las soluciones
pasan por la educación, por educar en la responsabilidad.
También
recientemente he vivido otra polémica, ésta vez en directo, en torno al debate
sobre la educación, provocado por la película argentina “La educación
prohibida”, proyectada aquí, en mi comarca, como en medio mundo, gracias a una
exitosa operación de marketing a través de Internet, organizada por el grupo argentino de la New Age que ha producido la película. Aunque, a priori, pudiera parecer que las dos cuestiones
nada tienen que ver entre sí, yo pienso que sí lo tienen y trataré de explicarlo.